Alquilar en Madrid

Dicen que en Madrid no hay cultura de viviendas en alquiler. Ante el problema de los madrileños, especialmente los jóvenes, para adquirir su vivienda los poderes públicos ofrecen viviendas para jóvenes en alquiler, en algunos casos con opción a compra, descontando del precio final el 50 % de las cantidades aportadas durante un tiempo determinado, en torno a diez años.
Se trata, en su inmensa mayoría, de minipisos, o de “soluciones habitacionales”, en frase de la Ministra de la Vivienda, que apenas permiten ser ocupadas por una persona o, como máximo, por una pareja. Estos pisos no permiten la planificación familiar salvo para un hijo. No es extraño que se produzcan cada vez menos nacimientos, y que la población madrileña envejezca.
Un reciente informe de Cohispania señala que adquirir una vivienda en propiedad en Madrid puede llegar a suponer un desembolso mensual superior en un 50% a la opción en alquiler de un piso de la misma superficie. Así ocurre en el distrito de Barajas, donde el coste de una hipoteca para un piso de 90 metros cuadrados se sitúa en 1.537 euros al mes, mientras que el alquiler es de 990 euros.
Los defensores de la vivienda en propiedad argumentan que pagar un alquiler es despilfarrar el dinero. Los de la vivienda en alquiler opinan que es mantener una calidad de vida de la que no podrían gozar si estuvieran entrampados en una hipoteca. El problema de las viviendas en alquiler es la duración de los contratos y la incertidumbre de si se van a poder renovar, y en qué condiciones. Lo ideal sería establecer un sistema de garantías a los arrendadores, para poder cobrar sin sobresaltos y desahuciar con rapidez a los morosos, y que los arrendatarios pudieran renovar sus contratos sin subidas abusivas. En esto juega un papel protagonista la oferta y la demanda. La prueba es que en nuevos barrios pisos adquiridos para la venta no encuentran comprador, porque se pide por ellos precios que el mercado ya no puede soportar y acaban siendo ofertados en alquiler.