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El pequeño Napoleón

Salió hace unos días a las portadas de los periódicos españoles, porque citó a Zapatero como una de sus "muchas influencias" políticas y el 6 de mayo volverá a aparecer, pero probablemente como el nuevo presidente de Francia. Nicolás Sarkozy, 52 años, hijo de un aristócrata húngaro que huyó de los comunistas poco después de la II Guerra Mundial y se instaló en Francia tras casarse con una judía sefardí nacida en Grecia, es un tipo de armas tomar. Está casado con una española, que le ha dado más de un disgusto, ha sido ministro de Finanzas, ministro del Interior y parece tener una sola cosa en la cabeza: poner firme a Francia.
Hace ya tiempo, cuando ni siquiera era candidato, un periodista le preguntó si pensaba en el sillón presidencial cuando se afeitaba por las mañanas. Sarkozy replicó lacónico: "No sólo cuando me afeito".
Llama la atención que, pese a llevar 30 años metido en política y casi cinco en el Gobierno, use como lema eso de la "ruptura tranquila", pero da la impresión de que le da buen resultado la imagen de duro y sus proclamas contra la inseguridad y la inmigración ilegal.
Si los pronósticos no fallan, quedará primero en la primera vuelta del 22 de abril y disputará el 6 de mayo la Jefatura del Estado a la socialista Ségoléne Royal. De todas formas, en Francia nunca se sabe y tanto el centrista François Bayrou, como el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, podrían dar una sorpresa. Todavía hay un 42% de indecisos.
Apenas tres semanas antes de que celebremos aquí unas municipales y autonómicas, que marcarán el destino de Zapatero, tendremos en Francia nuevo presidente.
Lo que ocurre en Francia nunca nos es ajeno. El nombre del sucesor de Jacques Chirac en el Palacio del Elíseo es importante.
Me cae bien Ségoléne Royal. La candidata socialista es atractiva, debate maravillosamente y tiene un discurso razonable, pero a los españoles nos convendría Sarkozy.
¿Imaginan lo beneficioso que sería tener como presidente del país vecino a un tipo que dice cosas como que quiere una escuela donde el alumno se levanta cuando entra el profesor, donde las chicas no llevan velo y donde los chicos no calzan gorra en clase?
¿Imaginan a nuestros líderes escuchando al que manda al otro lado de los Pirineos afirmar que cree en un país que «mete en la cárcel a los asesinos y trata a los encapuchados y a quienes ponen bombas como lo que son»?
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