Parquímetros y votos
El candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, está aprovechando los motivos de descontento vecinal sobre algunas actuaciones del Gobierno municipal. En esta línea, ha visitado los barrios afectados por la ampliación de los parquímetros, y en algunos casos ha prometido suprimirlos si llega a la alcaldía.
En barrios como Fuencarral, donde la protesta vecinal ha sido constante desde su implantación, se ha llegado a colocar silicona en los aparatos para impedir su funcionamiento. Aunque no todo han sido protestas, hay calles en los que los parquímetros no hacían ninguna falta, y se ha obligado a los vecinos a obtener tarjetas de residente, con las correspondientes molestias y gastos, y a los visitantes a pagar por un espacio de tiempo demasiado reducido, mientras el transporte público alternativo, sobre todo el de superficie, deja mucho que desear.
La irritación de muchos vecinos puede reflejarse en los votos de las próximas elecciones municipales. Es de suponer que el actual Gobierno en el Ayuntamiento habrá hecho sus cálculos y sus previsiones, pero el PP, que tiene el problema de conseguir mayoría absoluta si quiere seguir gobernando, no puede permitirse el lujo de dejar escapar unos miles de votos. Junto a los votantes ”fijos” de uno y otro, hay un amplio porcentaje de indecisos que serán decisivos para inclinar la balanza.
Mientras tanto, continúan las promesas electorales. Rafael Simancas ha dicho que, si resulta elegido, incorporará en los centros escolares un ordenador por alumno con el objetivo de erradicar la brecha digital existente en las aulas madrileñas. El coste, según Simancas, sería similar al de construir un kilómetro y medio de Metro. Es una cuestión de opciones. Los ordenadores son necesarios, pero las nuevas líneas de Metro también. En cualquier caso, se trata de mucho dinero, y hay que preguntarse de donde va a salir. Porque el bolsillo de los madrileños está prácticamente vacío. No es creible prometer rebajas de impuestos, y aumento del gasto porque, sencillamente, así no salen las cuentas.