La Gran Vía ¿sin tráfico?
El candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, va formulando día a día sus propuestas electorales. Una de las más llamativas, y también polémicas, es la de cerrar al tráfico 600 metros de la Gran Vía. Es una propuesta viable en teoría, pero muy difícil de llevar a la práctica. La Gran Vía es, sobre todo, una arteria en la que predomina el transporte público, con catorce líneas de autobuses, pero en la que circulan 52.000 vehículos diarios. De declararse peatonal, los autobuses, los taxis y los automóviles privados tendrían que desviarse por Hortaleza y San Bernardo, y entonces el atasco sería fenomenal. A esto hay que añadir la necesaria planificación de la carga y descarga, los accesos a los hoteles de la zona, y muchos problemas más. Bien está que las propuestas se debatan, y que se examinen los pros y los contras, pero las decisiones deben tomarse con exquisito cuidado.
La experiencia del cierre de Embajadores recoge opiniones para todos los gustos. A los vecinos, en general, les ha parecido bien. A los comerciantes no, porque calculan que desde que el Ayuntamiento cerró las calles del barrio al tráfico han perdido 54 millones de euros y, lo que es también importante, esta restricción ha supuesto la no contratación de 1.400 puestos de trabajo eventuales. Piden más horas para la carga y descarga, y un aumento en las plazas de aparcamiento rotativo.
Otra propuesta polémica: la gratuidad en el transporte público para los menores de 21 años. Algunos calificarán esta propuesta de demagógica, aunque es de suponer que los jóvenes la acogerán con entusiasmo. El problema es fundamentalmente económico. La Concejalía de Hacienda calcula que, de aplicarse esta medida, representaría una pérdida de recaudación para el Consorcio de 166 millones de euros, una carga demasiado pesada para las arcas públicas. Y aumentaría el número de viajeros, porque siendo gratis se cogerían varios autobuses en trayectos que ahora se realizan andando.
Las necesidades de una gran ciudad como Madrid son casi infinitas, pero los recursos son limitados. Y hay que saber administrarlos con eficacia y realismo.