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Ruido de fondo en el PSM

Varias agrupaciones “patas arriba”, divisiones internas acalladas manu militari y designaciones de candidatos que han levantado ampollas. Ese puede decirse que es al día de hoy el saldo con el que los socialistas madrileños han cerrado la elección de los cabeza de cartel para las elecciones de Madrid del mes de mayo.

Una tensa situación que Pepe Acosta dibujó en el último Comité Federal, donde explicó que nunca antes se había sentido tanto la mano de Ferraz sobre el PSOE de Madrid, cuyas agrupaciones no han estado tampoco nunca tan enfrentadas, divididas y sobe todo intervenidas como en estos momentos. Ni en una ni en otra cosa hierra el jefe de filas del cada día más constreñido acostismo que, junto a Joaquín Leguina y Juan Barranco, cocinó durante años (la famosa mesa camilla) los designios del PSOE de Madrid. Una época con duros enfrentamientos y hábiles componendas, que terminaban siempre con un reparto del pastel político en función de los números, es decir militantes, que cada uno pusiera sobre la mesa en ese momento. La alargada sombra de este triunvirato
marcaba los designios y el transcurrir de las agrupaciones, que en muchas ocasiones eran marco de fuertes guerras internas, pero no se puede decir que el pensamiento único y monocorde fuera la seña de identidad del socialismo madrileño.

Nada que ver en definitiva con el ordenamiento que existe hoy en el rebautizado PSM, donde se tiende a un monocolor, ni más ni menos que en Ferraz. Las gestoras han comenzado a proliferar en los órganos de dirección socialista de muchos municipios, sobre todo por el deseo del regional de imponer candidaturas al margen de una gran parte de la militancia de la localidad. Algunas agrupaciones se han partido literalmente en dos, véase Leganés o Valdemoro, por una designación del cabeza del cartel
pilotada desde arriba, es decir desde el PSM.

En Alcalá la crisis interna se ha prolongado durante toda la legislatura, quedando la agrupación en manos de una gestora que ha intentado mermar la influencia local de Antonio Buenestado, en su día secretario general de los socialistas alcalainos y enfrentado con el grupo municipal.

Clamoroso ha sido lo acaecido en la agrupación de Leganés. La revuelta interna que se derivó de la supresión de primarias y la designación de un candidato, Rafael Gómez Montoya, por parte de la dirección regional, se saldó con la disolución del Comité local y la creación de una gestora para regular los asuntos de la militancia leganense, algo que no ha conseguido pacificar al PSOE de este municipio. El llamado sector crítico reclama ahora la convocaría urgente de una Asamblea general para elegir un nuevo Comité local, ya que temen que el PSM complete el cartel electoral al margen de ellos.

Otro tanto puede decirse de Valdemoro, pues también aquí la dirección regional quiere designar candidato en contra de una gran parte de la agrupación.

Quejas que se han acallado una vez más con la imposición de una gestora. Y gestora también, aunque por un tiempo breve, la que
se instauró en Boadilla del Monte para descabezar a la Ejecutiva local, cuyos miembros han sido expedientados por acusar a los concejales de su partido de presunto uso indebido de dinero público. El PSOE ya ha elegido una nueva dirección para esta agrupación, pero las divisiones continúan vigentes.

Detrás de tanto “intervencionismo” parece subyacer el deseo de Simancas de atar todo lo posible al PSOE madrileño, es decir fidelizar a los dirigentes locales, antes de la confrontación electoral de mayo de 2003 por sí las urnas no son todo lo favorables que se desea.
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