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Lavapiés: Cumplir la ley

Muchos comerciantes chinos de Lavapiés han puesto el grito en el cielo porque, en el último año, se han clausurado 107 comercios mayoristas regentados por personas de esta nacionalidad, y han precintado otros 30 porque no tenían licencia para la venta al por mayor. Sus protestas son injustificadas: no se ha hecho sino cumplir la ley, y si algo se pueden objetar a estas medidas es que han llegado muy tarde.

La situación había llegado a un límite difícilmente sostenible. Ante la permisividad municipal, las calles de este barrio se habían convertido en una especie de polígono industrial, que originaba, entre otras cosas, que la circulación en la zona fuese un auténtico caos. Este problema, a los que hay que añadir los de la delincuencia y los “okupas”, ponía en peligro el futuro de un barrio emblemático de Madrid, cargado de historia y tradición, y ubicado en el corazón de la capital.

Los comerciantes chinos, que han demostrado ser capaces de prosperar en sus negocios, pueden y deben competir con otros comerciantes de la zona, pero en igualdad de condiciones, es decir, cumpliendo los requisitos de higiene y seguridad y la normativa laboral, dando de alta a sus trabajadores en la Seguridad Social, etc. Lo contrario representa una competencia desleal de la que se
quejan, con razón, los representantes del comercio madrileño. Pero una cosa es el comercio minorista y otra la utilización de locales, viviendas y sótanos como almacenes al por mayor. Esto no debe consentirse.

La rehabilitación de Lavapiés pasa, en primer lugar, porque el barrio se convierta, como ha anunciado el Ayuntamiento, en un Área de Prioridad Residencial, con la transformación de muchas infraviviendas actuales en edificios habitables con todos los servicios necesarios, con un tráfico encauzado y restringido, unas zonas de carga y descarga limitadas y vigiladas, y un comercio que pueda
desarrollar pacíficamente su actividad dentro de los cauces legales. Esto es perfectamente compatible con la presencia y el trabajo de comerciantes chinos y de otras razas y nacionalidades, que deben llegar a la integración a través de la convivencia con los
vecinos tradicionales. No creo que sea pedir demasiado.
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