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RESPONSABILIDAD SOCIAL

Rafael Satamaría

Es una satisfacción para mí , y estoy seguro que para todo el colectivo inmobiliario, “ganar” unos minutos de nuestro tiempo a través de estas líneas, para reflexionar sobre otras gentes, sobre otras familias que no tuvieron la suerte, una de las pocas suertes que hay en la vida, de nacer en el estatus social que conocemos. Siempre hemos dicho que la sociedad nos da mucho y de ahí deriva la legitimidad moral de los impuestos que pagamos, pero creo, y han creído un importante número de empresas pertenecientes a la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (Asprima), que se puede hacer algo más.

Todos podemos identificar varios puntos de nuestro planeta en los que la gente vive en condiciones infrahumanas y sería lícito y lógico pensar que la primera responsabilidad de ello la tienen sus gobiernos respectivos. Esto es así, pero cuando constatas el poco esfuerzo que hay que hacer para satisfacer algunas de las necesidades más perentorias a algunas personas, entiendo que hay que olvidarse de a quién corresponde en primer lugar solucionar la miseria.

Los promotores inmobiliarios hemos sido acusados desde tiempo inmemorial, con una demagogia fácil e incluso instrumentalizada para otros intereses, de especuladores, de tiburones de los negocios, de insolidarios en suma. Ya hace tiempo que desde Asprima venimos dando la batalla a esta injusta imagen y creo que ya está calando en la opinión pública que nuestro comportamiento se rige , en la inmensa mayoría de los casos, por las más estrictas normas de la ética. Ninguna profesión está exenta de deshonrosas excepciones, véase las noticias diarias de nuestro país, pero son eso, una escasa minoría que no debería desviar la atención de la generalidad del colectivo. El empresario inmobiliario, como cualquier otro, busca su razonable beneficio que siempre está en relación con el riesgo que asume, sin olvidar que aportamos a la sociedad una riqueza inducida en puestos de trabajo directos e indirectos sin parangón en otra actividad económica.

Para ganar esta batalla por la imagen ya están en marcha diversas acciones en beneficio de nuestros clientes. La más importante el Sello de Confianza, que es el refrendo que nuestra Asociación da a los contratos de compraventa de vivienda y que garantiza que en los mismos se encuentran incluidas y debidamente redactadas todas las cláusulas que debe contener un contrato en beneficio del consumidor, ampara ya a 4.500 viviendas vendidas en Madrid. Pretendemos demostrar que los primeros que nos censuramos somos nosotros, que las empresas afiliadas a Asprima, más de 240 grupos empresariales, queremos y nos exigimos mutuamente cumplir con la legalidad vigente y queremos dar confianza, dar tranquilidad a las familias que nos compran las viviendas.

Pero hemos querido dar un paso más. Hemos querido demostrar que también somos capaces de donar sin esperar nada a cambio. Nuestra Fundación ha promovido la recogida de fondos para financiar la construcción de 500 vivienda en una de las zonas más deprimidas del planeta, la región de Anantapur, en la India, a través de la Fundación Vicente Ferrer, allí donde no llega todavía ni el agua, ni el alcantarillado, ni en muchos casos la luz.

Allí donde la forma de seleccionar entre las familias que lo necesitan es la obligación de escolarizar a los hijos y la obligación de que la vivienda se ponga a nombre de la mujer, tal es su discriminación familiar y colectiva. A este maravilloso proyecto han respondido inmediatamente 31 empresas y la propia Fundación Asprima. Pero nuestro objetivo no es quedarnos aquí.

Queremos identificar otros proyectos y otras necesidades nacionales, queremos donar para educación en nuestro país y, como no , queremos darle continuidad a la acción social realizada en la India para que no se quede en un acto puntual y aislado. Así se lo he pedido a nuestras empresas con motivo de la Asamblea anual, y estoy seguro que ese número de empresas que se sumaron a la iniciativa se va a multiplicar y va a ocurrir así, no me cabe duda, porque, como decía antes, conozco a mis compañeros y sé que no son insensibles a la llamada de la solidaridad, de la responsabilidad social corporativa. Saben que con muy poco esfuerzo se consigue mucho, una vivienda en la India vale 1.150 euros y saben que van a recibir a cambio un gran rédito que es ni más ni menos su satisfacción personal. Todo el mundo ha alabado la iniciativa realizada, los primeros nuestras Administraciones, pero nadie debería estar motivado por ello al tomar su decisión. La razón principal por la que hay que ayudar es el propio convencimiento y, lo demás, el reconocimiento y los parabienes ya vendrán a posteriori por añadidura.

Es para mí un orgullo ser el Presidente del colectivo inmobiliario madrileño en donde están 31 empresas que ya han dado un paso al frente y estoy seguro que lo mismo podré decir dentro de unos meses cuando hayamos elevado esta cantidad de forma abrumadora. Que no se crean las empresas que me van a sorprender porque, como decía antes, conozco a mis compañeros y sé que lo harán.

Rafael Santamaría
Presidente de Asprima
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