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La mujer fuerte y el pueblo cobarde

A mujer fuerte es Ayaan Hirsi Alí, esa diputada de origen somalí que parece esculpida en ébano. El pueblo cobarde, en este caso, es el holandés, pero podría haber sido cualquier otro de los que residen en la opulenta, cómoda y asustada Europa.

Ayaan ha renunciado a su escaño y se va de Holanda. A partir del 1 de septiembre residirá en EEUU. Allí piensa trabajar para el American Enterprise Institute, un think tank conservador que asesora al presidente Bush.

Está harta. Lo de menos es que la ministra de Inmigración -Rita Verdonk-, del Partido Liberal como ella- anunciase que le retiraría la ciudadanía por haber mentido cuando solicitó asilo en 1992.

Aunque acaba de ser aireado de nuevo por la televisión, el asunto era un secreto a voces. La propia Ayaan lo había reconocido hace ya cuatro años y ni se molestaba en ocultarlo.

Ayaan nació en Somalia en 1969 y cuando tenía seis años, tuvo que huir con su familia, para no ser masacrada por el régimen comunista. Durante una década malvivió en un campo de refugiados en Kenia.

Cuando tenía 23 años, su padre -estricto musulmán- acordó su matrimonio con un primo lejano residente en Canadá y la despachó hacía América, como quien envía una oveja.

Ayaan se rebeló. A medió camino, aprovechando una escala en Holanda, decidió quedarse y pedir asilo político. Tenía miedo, sabía que la buscarían y falseó su nombre, su apellido y hasta su fecha de nacimiento.

Dijo que tenía dos más de los reales.Se adaptó como pocos a su nueva patria. Consiguió la nacionalidad y entró en política, destacando enseguida por su crítica radical al Islam, y por sus proclamas a favor de la mujer. No sólo en su Somalia original o en Arabia Saudita, sino en los barrios musulmanes de Ámsterdam, La Haya o Utrecht.

Cuando en 2002 anunció que abandonaba la opresiva religión de Mahoma, comenzaron las amenazas, que se recrudecieron tras el asesinato del cineasta Theo Van Gogh, en 2004.

Desde entonces llevaba seis guardaespaldas y su vida pendía de un hilo, pero nunca tembló.

Ni siquiera cuando la ministra Verdonk le espetó en la cara que la habría echado de Holanda de haber tenido la potestad en 1992. Tampoco cuando 72 horas después, recibió una carta en la que la ministra le comunicaba que ya no podía considerarse holandesa.

Lo que ha hartado de verdad a Ayaan son sus vecinos. Los muy cobardes contrataron una legión de abogados. Temían que su presencia provocase un atentado de Al Qaeda.

Y los jueces, les dieron la razón. Hace unos días, el tribunal notificó a Ayaan que a finales de agosto debe abandonar el edificio de apartamentos donde reside en La Haya.

Ha debido pensar que no la merecen y cuando concluya el plazo, hará las maletas y se irá a EEUU. Yo la invitaría a España.
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