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Alfonso Rojo

¿Un presidente negro?

Dicen que Colín Powell podría ser el próximo presidente de Estados Unidos. Por lo menos candidato, aunque lo tiene difícil, porque hay muchos que respaldan a Hillary Clinton y los resbalones de George Bush están estimulando la ambición de bastantes en el Partido Demócrata.
Bush no se puede presentar otra vez y no está dejando las cosas fáciles para que sea un republicano quien le suceda en la Casa Blanca. La sangría de Irak y las goteras del Katrina, unidas a lo que va a costar reconstruir Nueva Orleans, no son argumentos atractivos para los electores. Basta ver las encuestas de opinión.

En este contexto se produce la ruidosa y súbita entrada en juego de Powell. La noche del pasado viernes, en “prime time” televisivo y en el programa estelar de la cadena ABC News, el ex secretario de Estado la emprendió a palos con Bush. En tono suave, porque él es así, pero duro en el fondo, como si ya hubiera iniciado su campaña hacia la presidencia.

No sólo afirmó que no se hizo lo suficiente en Nueva Orleans o que se desaprovechó el tiempo y se desoyeron los avisos de peligro. Aseguró tajante que ha habido “muchos fallos a muchos niveles, local, estatal y federal”.

Powell podía haber atribuido al “color de la piel” la tardanza en la distribución de la asistencia a los damnificados por el huracán, como hacen los comentaristas y periodistas europeos, pero eligió con cuidado la línea. Sabe que en Estados Unidos se tira de hemeroteca cuando llegan las elecciones y hay palabras que se vuelven contra uno como un bumerang.
"No creo que se tratara de racismo, creo que fue una cuestión de posibilidades económicas", explicó comedido el ex secretario de Estado. “Cuando se ordena una evacuación, no se puede esperar a que cada uno se vaya por su cuenta; hay gente que no tiene tarjetas de crédito, sólo una de cada diez familias en ese nivel económico en Nueva Orleans tiene automóvil".

El énfasis en que fue cuestión de pobreza y en que esta afecta de manera desproporcionada a los estadounidenses de origen africano, es la clave. Con ese mensaje, el de la igualdad, el de América como tierra de oportunidad, el del país de los sueños, se puede competir por la Casa Blanca.

Colin Powell no es un personaje corriente. Ex militar, de 63 años, tres hijos y dos nietos, fue el primer negro que llegó a la Secretaria de Estado. Nacido en Harlem en 1937 e hijo de emigrantes jamaicanos, Powell no ha estado nunca marcado, condicionado o impulsado por el tono de su piel.

Cuentan de Powell que, durante su estancia en Vietnam, vio cómo saltaba por los aires un soldado que marchaba delante de él. Dicen que desde entonces, Powell aborrece la guerra. Quizá por eso se opuso al derrocamiento de Sadam Husein, y retrasó sine die la intervención en los Balcanes. A lo que no le ha perdido el gusto es a la política.
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