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Fomento gastará diez millones de euros en conservar carreteras asturianas

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
Muchas carreteras asturianas parecen encogerse ante la vegetación que rebosa en los arcenes, y hasta los setos que decoran las medianas de las autovías dan la impresión de invadir la calzada. Visto este panorama, queda claro que tras finalizar la construcción de una infraestructura comienza el servicio de conservación. Este año el Ministerio de Fomento destina un presupuesto de más de diez millones de euros a este tipo de labores en la red de carreteras estatales de Asturias.
Las vías de titularidad estatal que recorren Asturias suman un total de 760 kilómetros, de los que 216 son de autovía y 544 de carreteras convencionales. Para mantener el buen estado de cada tramo 163 trabajadores se encargan de las más variadas labores: desde recorrer de manera constante las mencionadas vías de comunicación para controlar que todo está en orden, hasta reparar los daños causados por accidentes de tráfico. En este último apartado Fomento se gastó 100.689 euros en 2004. Esa cifra se refiere sólo al coste de los materiales, señales y barreras sobre todo.

Javier Uriarte es quien controla todo lo anterior. Es el jefe del Servicio de Explotación y Conservación de la Demarcación de Carreteras en Asturias y explica que el mapa regional se divide en siete sectores en lo que a conservación se refiere. 'De seis de ellos se encargan empresas contratadas por el ministerio, mientras que de uno se encarga personal propio'. El personal propio son los históricos camineros, figura en peligro de extinción desde que 'hace veinte años se empezase a subcontratar' este tipo de labores.

Así, sólo la nacional 634 desde Oviedo a Valdés y los tramos en servicio de la autovía Oviedo-La Espina son controlados por los camineros. Los trabajos en el resto de la red vial del Estado en la región son realizados por seis empresas que aportan personal y maquinaria que debe estar de manera constante a disposición del mantenimiento del buen estado de la carretera de turno. En algunos casos, son antiguos camineros los que se encargan de la supervisión de los trabajos desarrollados por estas empresas.

En primer lugar, estos contratos exigen el mantenimiento de la vialidad, lo que tiene que ver con garantizar la correcta circulación. Aquí se incluye la reparación de daños provocados por accidentes, la limpieza de calzadas cuando algún objeto interrumpe el tráfico, el mantenimiento de la señalización y la vigilancia permanente a través de personal que recorre las carreteras. Es decir, hacerse cargo de las actuaciones urgentes. Y aquí se incluye uno de los mayores problemas de la red vial en Asturias durante el invierno: mantener la vialidad en caso de nevadas a través de quitanieves y demás mecanismos destinados a retirar hielo de la calzada.

Y, como no, hacer frente a los argayos que puedan ocurrir, siempre que su entidad sea escasa. 'Todas las empresas deben tener una pala para despejar las carreteras en estos casos', explica Uriarte. Incluso, en los casos en que los desprendimientos son de poca entidad, ellas mismas se encargan de fijar el terreno. O ocurre esto, claro, en casos tan espectaculares como el de Fabares, donde un argayo de espectaculares proporciones mantuvo las restricciones de tráfico en la A-64 durante casi dos años.

Además de todas las actuaciones anteriores, de naturaleza más urgente, la conservación de las carreteras incluye los segados de arcenes y medianas, repintados en el asfalto, instalación de barreras de seguridad y pequeñas actuaciones de asfaltado.

Estas pequeñas unidades de obra no incluyen trabajos como los que se acometerán, por ejemplo, en el tramo de carretera entre Unquera y Llanes, destinados a mejorar el asfaltado. En estos casos, es el propio ministerio el que licita las obras debido a que su importe es superior a los 30.000 euros.

Además de todo lo anterior, hay una actividad que 'genera buena parte del gasto', dice Uriarte: 'El control de los túneles'. En Asturias existen cuatro centros de control que, durante las 24 horas del día, están pendientes de lo que sucede en el asfalto que atraviesa montañas. El de Gijón vigila los túneles de Niévares, Brañaviella, Infanzón y Cefontes; el de Villaviciosa los de la ría y el de Fabares; el centro de Llovio controla los túneles de Llovio, Tezangos y Fabar; y el del Padrún vigila el túnel del mismo nombre. En ellos trabajan a turnos 25 personas que, ante varias pantallas, supervisan todo lo que acontece.

Todo lo anterior se refiere a conservación. Pero hay otro aspecto del que también se ocupan en la Demarcación de Carreteras: la explotación. 'Se trata, sobre todo, de dar las autorizaciones de obra para las zonas de afección de las carreteras', explica el jefe del servicio. Esta zona se extiende desde hasta los 50 metros en las carreteras nacionales y hasta los 100 en el caso de las autopistas. Y en esa franja toda construcción debe respetar la normativa de carreteras. 'El año pasado tramitamos en torno a 700 permisos', explica Uriarte. Aunque también se encargan de los expedientes sancionadores cuando las obras se hacen sin licencia o no se ajustan a las exigencias legales.
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