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La polémica

¿Son seguros nuestros rascacielos?

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
El incendio del edificio Windsor de Madrid ha abierto el debate sobre la seguridad en los rascacielos, ahora que la ciudad afronta la construcción de cuatro nuevas torres en los antiguos terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid que superarán en casi 100 metros de altura a la Torre Picasso, el inmueble más alto de la capital con 157 metros de envergadura.
Aún sin conocer las causas del incendio, los expertos se preguntan por qué no funcionaron los sistemas automáticos de detección y extinción en este inmueble de 106 metros de altura. La normativa obliga a tener sistemas automáticos para que el edificio pueda afrontar un incendio hasta la llegada de los bomberos, siendo los rociadores automáticos, o sprinklers, los sistemas más eficaces.

El edificio Windsor estaba sufriendo obras de rehabilitación desde hacía un año y uno de los trabajos que se estaban realizando era precisamente la mejora del sistema antiincendios. De hecho, se había instalado una escalera de evacuación en la fachada oeste que resistió perfectamente al fuego. La constructora FCC, que era la encargada de las obras, se ha apresurado a negar cualquier responsabilidad en el suceso, ya que no operaba en la planta 21, donde se originó el incendio que arrasó 28 de las 32 plantas del edificio.
“Después del 11-S se produjo una revisión de los códigos de construcción en todo el mundo, y se ha llegado a la conclusión de que hay que poner énfasis en los métodos y sistemas de evacuación; así como en los materiales. Por ejemplo, se ha comprobado que el hormigón de alta resistencia es mejor que el acero”, señala el arquitecto César Pelli, autor de la Torre Mutua, uno de los futuros rascacielos de la Ciudad Deportiva. Esta última afirmación se ha podido comprobar en el incendio del Windsor, ya que lo que impidió que la torre se derrumbara fue precisamente su estructura de hormigón, construida entre 1975 y 1979, y diseñada por los arquitectos Pedro Casariego y Genaro Alas. Este último ha reconocido que en aquella época el control contra incendios no era tan restrictivo como hoy en día.

Ahora se inicia un nuevo periodo con mayores controles, según ha anunciado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, cuyo Gobierno elaborará un plan de prevención y extinción de incendios para edificios de más de diez alturas, cuyo objetivo principal es inspeccionar estos inmuebles para garantizar que cumplen con la normativa de seguridad.

El problema principal al que se enfrentan ahora las autoridades es el riesgo de derrumbe de la estructura, por lo que el edificio deberá ser desmontado de manera gradual, empezando desde arriba y asegurando antes las zonas colindantes, operación que costará unos 22 millones de euros, según el Colegio Oficial de Arquitectos.

Otra de las preocupaciones surgidas en el sector a raíz del suceso ha sido la posible alteración del mercado de oficinas debido a la desaparición de los 30.000 metros cuadrados que tenía la torre Windsor. No obstante, tanto los expertos de Aguirre Newman como los de Jones Lang LaSalle han negado que el hecho de que el conjunto de empresas que se alojaban en el inmueble busquen un nuevo espacio para sus oficinas se vaya a traducir en una presión de demanda en el mercado de Madrid. En realidad, el edificio Windsor suponía el 0,65% del parque total de 4,51 millones de metros cuadrados de superficie para oficinas que suma el Eje de Negocios de la capital.

Allianz, la empresa que tenía asegurado el edificio por 100 millones de euros, no parece que vaya a tener muchos problemas para hacer frente al pago, ya que esa cantidad estaba coasegurada al 40% por Mapfre Industrial y ese porcentaje, a su vez, estaba reasegurado por Mapfre Re. Eso sí, Allianz también es la aseguradora de El Corte Inglés de la Castellana, edificio que ha quedado dañado en el mismo incendio.
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