Por un Madrid más presentable

mayor nivel de vida, se producen más desperdicios. Las estadísticas señalan que cada ciudadano genera 565 kilos de basura al año. Basuras materiales, se entiende. Las morales son muy superiores. Las basuras en los domicilios y las empresas se acumulan y se recogen. Los desperdicios en las calles son más difíciles de controlar. Parece que en la capital no hay una conciencia clara de que las calles son de todos, y hemos de cuidarlas entre todos. Resulta difícilmente concebible, por ejemplo, que personas de alto nivel de vida y, se supone, de un paralelo nivel cultural, saquen a pasear los perros y dejen los excrementos de los canes en la calle, pero es una triste realidad. Como son realidad las pintadas en los muros de los edificios, en los vagones del metro, y en otros muchos sitios.

A ello se suman los fallos en el pavimento. Pasear por Madrid es opositar con muchas posibilidades de éxito al tropezón, las deficiencias en el alumbrado, y un largo etcétera, que contribuyen a la degradación.

El Area de Medio Ambiente y Servicios del Ayuntamiento anuncia los Planes de Renovación Integral de Servicios. Se va a solicitar a las respectivas juntas municipales un informe sobre las zonas de su distrito que estén más necesitadas de mejora, en aspectos como pavimentos, mobiliario urbano o iluminación, para actuar sobre ellos con carácter prioritario. Son obras necesarias, pero deben ir acompañadas por una colaboración ciudadana que en la capital de España deja mucho que desear. Es un problema de concienciación y de educación. En esto, como en otras cosas, gran parte de la población es deficitaria.