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Roberto Pastrana

Tabaco, gasolina y alcohol: fuentes de financiación

Cuanto más fumen los españoles, más cobrarán los ayuntamientos. Esta será una de las primeras consecuencias de la entrada en vigor del nuevo sistema de financiación de los municipios, que también serán más ricos cuantos más litros de gasolina o fuel oil consuman en su término. Colocar una gasolinera en el pueblo puede empezar a ser un buen negocio para las administraciones locales.
El 1 de enero entra en vigor la cesión de impuestos estatales a favor de los ayuntamientos, que deben ayudar a suavizar las deudas municipales y a construir una verdadera hacienda municipal que abra camino a la descentralización de los ayuntamientos españoles. En concreto, a partir del año 2004, el Estado transferirá a las capitales de provincia o municipios mayores de 75.000 habitantes, el 1,68% de lo que se recaude por el IRPF, el 1,79% de la recaudación del IVA, y el 2% de los ingresos que el Estado obtenga por la venta de cervezas, vinos, alcohol, gasolina y tabaco.

Las transferencias derivadas del IVA van a depender de una complicada fórmula matemática en la que tendrá especial preponderancia el Indice de Consumo que el Instituto Nacional de Estadística (INE) atribuya a cada comunidad autónoma, y a la proporción entre los habitantes del municipio y los de la región a la que pertenezcan. Esta fórmula beneficia claramente a capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Mallorca, que concentrarán una parte muy importante de los habitantes de sus respectivas regiones.

Pero esta reforma del sistema de financiación de Haciendas Locales no cuenta con la simpatía de muchos regidores, que han visto en la medida del Gobierno una injerencia en las cuentas de los consistorios. Las quejas de los representantes municipales coinciden en que la disminución de los ingresos repercutirá de forma negativa en los servicios que perciben los vecinos. “¿De donde sacaremos el dinero con que financiábamos diversos servicios y que hemos dejado de ingresar con el nuevo sistema?, se preguntan muchos regidores. La solución: recurrir a la capacidad de imaginación para evitar el problema, aunque esta capacidad es limitada. En el peor de los casos, la reforma del Gobierno puede hacer subir los impuestos, como ya han comentado algunos ediles.

Los regidores madrileños, por ejemplo, están en estos momentos recurriendo a su imaginación para lidiar con la reducción de sus ingresos. Un problema que se agrava en caso de morosidad por parte de la Administración central, como apunta el alcalde de Leganés, José Luis Pérez Ráez, quien critica la lentitud del Gobierno para pagar la compensación, parte de la cual (dos millones de euros) no se hará efectiva hasta el próximo año.

Hay soluciones para todos los gustos. Será inevitable recurrir a operaciones de tesorería para equilibrar los presupuestos, pero no se esconde que muchos ayuntamientos recurrirán a la ordenación de suelo a través de sus planes generales. Sin embargo, ésta es una solución momentánea, más allá de la cual no se vislumbran otros cauces de financiación.
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