el búho/ Lope de Aguirre
Colin Powell y Botín

La plaza de las Salesas, un recoleto rincón de Madrid, junto a la sede del Palacio de Justicia, y enfrente del Tribunal Supremo, se convirtió durante unas horas en el centro estratégico de la diplomacia internacional y de las finanzas con destino a Irak.
Allí, en el cuarto piso, donde posee su morada la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, y donde en épocas anteriores se cocían lentejas para reunir a políticos, financieros y periodistas, se juntaron, la noche del jueves 23 de octubre, en torno a una mesa para cenar, nada menos que el secretario de Estado norteamericano Colin Powell y el banquero Emilio Botín y otros destacados diplomáticos extranjeros que habían estado durante todo ese día debatiendo en el Palacio de Congresos de Ifema, en Madrid cuánto dinero se podía destinar a la reconstrucción de Irak.
No se reunió todo el dinero que quería George Bush, pero seguro que en la cena hablaron de temas más concretos sobre el papel que las empresas y los bancos españoles pueden hacer en el país de Saddam Hussein, que sigue sin aparecer ni vivo ni muerto.
Las grandes empresas españolas tienen la esperanza de sacar jugosos contratos en la reconstrucción de Irak, pero los atentados por un lado, y el poco entusiasmo de los gobiernos les han desalentado.