pasaba por allí/Olga Heras
En clave electoral

Si los comicios del 25-M estuvieron precedidos de una larga precampaña iniciada a finales de 2002, el pistoletazo de salida para la del 26-O ha comenzado apenas disuelta la Asamblea, teniendo como protagonistas a un Partido Popular dispuesto a alcanzar la mayoría absoluta de la Cámara autonómica, un PSOE instalado internamente en el desánimo y una Izquierda Unida confiada en superar los resultados obtenidos en los últimos comicios, tras haber salido “impoluta del escándalo de la Comunidad de Madrid”.
Tanto PP como PSOE e IU han optado por mantener a los candidatos de los pasados comicios, aunque barajan diferentes criterios a la hora de confeccionar sus listas. Mientras Izquierda Unida parece que no variará ni un ápice su cartel electoral, los populares, que en un principio apostaban por mantener una línea continuista respecto al 25-M, han dejado tímidamente la puerta abierta a algún ajuste de última hora en la candidatura de Aguirre.
La situación más compleja es, no obstante, la del Partido Socialista, que incluirá algunos cambios en la candidatura de Simancas, aunque mucho menores que los que en su día preveían los órganos federales de esta partido. Si tras producirse la “fuga” de Tamayo y Sáez, el propio Rodríguez Zapatero hablaba de una renovación importante en la lista autonómica con el fin de dar paso a personas de un significativo peso político, las modificaciones propugnadas por el líder del PSOE parecen haber quedado reducidas a cuatro o cinco nombres, que en ningún caso alterarán sustancialmente el anterior cartel electoral.
Simancas ha ganado así la partida al Federal y mantendrá básicamente el mismo equipo electoral, en el que habría ofrecido incorporarse a los ex alcaldes de Fuenlabrada y Móstoles, José Quintana y José María Arteta, así como a la ex ministra de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, y al rector de la Universidad Carlos III, Gregorio Peces Barba, un nombre que, por otra parte, también barajaba el “aparato” de Ferraz. Tampoco se descarta que el candidato haga un guiño hacia el mundo sindical, propiciando la entrada del secretario general de UGT de Madrid, José Ricardo Martínez, en su candidatura.
Entre los llamados a causar baja para dar paso a estas posibles incorporaciones, además de las vacantes dejadas por Tamayo y Sáez, se barajan los nombres de algunos representantes de la Renovación por la Base, tales como Eustaquio Giménez, “Taqui” (secretario general de la Agrupación de Buenavista), y María de la Rosa. No se descarta, asimismo, que estos cambios puedan afectar a miembros del sector acostista, con quien Simancas (pese a ser esa su procedencia) habría marcado distancias en los últimos meses. Entre estos últimos podrían estar los ya ex diputados José Manuel Franco, Jorge Gómez y Lucas Fernández.
Bajas que desde el PSOE se ven, y no sin preocupación, como una muestra del enrocamiento que Simancas ha efectuado hacia su principal grupo de apoyo, un núcleo duro, en el que junto a guerristas de pro estarían los alcaldes de Leganés, José Luis Pérez Ráez, de Fuenlabrada, Manuel Robles, y de Parla, Tomás Gómez, amén del secretario de Organización de la FSM, Antonio Romero, Helena Almazán y Ruth Porta, esta última como enlace hacia Ramón Espinar.
Simancas afronta, por tanto, estos comicios con las manos libres para diseñar una lista a su medida, pero con una trastienda política, la de la FSM, convulsa y en alerta ante las decisiones de su secretario general. La baja de la ex ministra, Cristina Alberdi, en los órganos de dirección de la FSM, puede interpretarse como la punta de un iceberg, el de las por ahora silenciadas disensiones que se producen en esta Federación, entre ellas las que lideran Antonio Carmona y Jesús Amuchástegui, ambos contrarios a los métodos utilizados en la elaboración de la lista.
Alberdi ha dimitido, curiosamente el mismo día de la designación como candidato de Simancas, tras criticar abiertamente en las últimas semanas la “forma de gestionar la crisis de la Asamblea de Madrid” y asegurar que el PSOE madrileño se haya inmerso en una “lucha cainita”. Un problema más para una organización que ha sufrido dos alzamientos institucionales en menos de dos meses (Madrid y Marbella) e inmersa en un complejo debate, como el de la ordenación territorial autonómica, en el que el discurso nacionalista del candidato a los comicios catalanes, Pascual Maragall, ha levantado ampollas.
Los primeros en lanzarse a la vorágine electoral han sido los populares, con una campaña publicitaria de su candidata que ha suscitado las protestas de IU, cuyo responsable regional ha dejado entrever cierta “oscuridad” en las fuentes de financiación de los populares. “Todos sabemos lo que cuesta hacer una campaña electoral y las dificultades se multiplican cuando hay que hacer dos el mismo año, pero el PP parece no tener ese problema. Seguramente el Partido Popular tiene el respaldo de intereses que no quieren que en esta segunda oportunidad los madrileños les ratifiquen su voluntad de cambio y vuelvan a votar a la izquierda”, explica Fernández. En la nueva campaña de Esperanza Aguirre no estará, sin embargo, como coordinador Miguel Angel Villanueva, dadas sus diferencias con la candidata, que desea mayor autonomía de la que consiguió de cara al 25-M.
Esta precampaña, que nace marcada por el escándalo vivido estos últimos meses en la Asamblea de Madrid, se ha iniciado con un discurso político, fundamentalmente los del PP y el PSOE, que tiene como hilo conductor los argumentos esgrimidos por cada una de las partes en la fallida Comisión de Investigación.
Mientras el PP, a través de su coordinadora de Organización, Ana Mato, se ha apresurado a incidir en la alianza entre PSOE e IU, pidiendo por ello que se presenten en coalición a las próximas elecciones “para no engañar al ciudadano”, los socialistas han contraatacado anunciando que su campaña se centrará en la defensa del sistema democrático frente a aquellos que pretenden “comprar la política” para garantizar sus intereses.
No obstante, el ánimo imperante entre unos y otros dista mucho a la hora de abordar este nuevo proceso electoral. Los populares se muestran convencidos de lograr una mayoría absoluta el próximo 26 de octubre, frente a un Partido Socialista que, aunque en petit comité, reconoce grandes dificultades para frenar el abstencionismo en sus filas y obtener unos resultados en consonancia a los del pasado 25 de mayo.