La tecnología permite también reducir la concentración de sales del efluente, lo que tras la culminación de este proceso le haría apto para el consumo humano. Premiado en la segunda edición del Concurso de Prototipos de la Universidad de León (ULE), este dispositivo pretende dar una respuesta a un “triple desafío”, comenzando por su capacidad de depurar –es decir, de eliminar la carga orgánica– un agua residual determinada y transformar el contenido energético remanente de la materia orgánica en energía eléctrica -electricidad- o en energía química -hidrógeno-, dentro de un proceso de naturaleza bioelectroquímica. La tecnología consigue, por otra parte, reducir la concentración de sales de un efluente con el objeto de hacerlo “apto para el consumo humano”.