Ramón Sánchez

La calidad es hoy la mejor salida. La vorágine constructora de las últimas décadas situó el hecho mismo de poseer una vivienda casi por delante de las características del inmueble en sí mismo. En España, para muchas familias, lo primero era entrar en el club de propietarios, alcanzar el estatus financiero suficiente para poder hacer frente al pago de una hipoteca.

El colapso que sufre hoy el sector, justificado tanto por el exceso de oferta como por las dificultades para obtener un crédito que se encuentran promotores e hipotéticos compradores, algo ha tenido que ver también con que la vivienda llevara años instalada en cabeza de la nómina de reclamaciones de los usuarios ante las asociaciones de consumidores. La crisis ha menguado sin duda aquel deseo de propiedad, pero igualmente lo ha hecho la incertidumbre provocada por la posibilidad de toparse con una construcción aquejada de escasa calidad.

Y aunque en España se construye bien, y esta afirmación no la cuestiona ninguno de los agentes que intervienen en el proceso, para salir hoy del atolladero en que nos encontramos, es generalizado el convencimiento de que hace falta ganarse la confianza del consumidor, es decir, trasladarle mayores garantías de que va a adquirir lo que realmente desea.

En este sentido, cada vez son más los promotores que entienden que el trabajo desarrollado por las empresas de control de calidad aporta un enorme valor añadido a sus obras y supone un porcentaje residual del coste de construcción.

Estas compañías demandan asimismo, como fórmula para lograr esa confianza del usuario, la implantación de una póliza de seguro trienal ligada a las cuestiones de habitabilidad contempladas en la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE), lo que implicaría una mejora en la calidad de las viviendas y solventaría buena parte de los aspectos no estructurales que conforman el grueso de esas reclamaciones y quejas de los consumidores.

El propio Defensor del Pueblo recuerda cada año que si no se ponen en marcha los seguros obligatorios previstos en la LOE, se producirá, para el comprador, un recorte de garantías, justo lo contrario de lo que pretendieron los legisladores al promulgar dicha ley. En otros países de Europa, como Francia, pionero en la protección de los usuarios de vivienda, tiene carácter obligatorio el control técnico, lo que sin duda redunda en la confianza de los consumidores.

Desde Aeccti llevamos tiempo situando la implantación de dicha póliza entre nuestros principales objetivos sectoriales, pero hoy lo hacemos ya no sólo con la lógica perspectiva del interés empresarial, sino por el convencimiento de que la calidad supone el mejor camino para iniciar la recuperación de un sector clave en la economía española. Creemos además que el delicado momento actual necesita respuestas contundentes, y a la vez, prudentes, por lo que estamos seguros de que el frenazo inmobiliario supone un buen escenario para profundizar en la aplicación de medidas que ofrezcan mayor seguridad al usuario de la vivienda en cuanto a la calidad constructiva.