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EL FUTURO DE LA VIVIENDA

Luis de Garrido

Presidente de la Asociación Nacional para la Vivienda del Futuro (ANAVIF)
Puede parecer un tanto temerario intentar predecir el futuro de cualquier cosa. Sin embargo, predecir el futuro de la vivienda siempre ha sido, y será, un tanto sencillo. Y la principal razón que lo justifica es que la vivienda no ha sufrido unos cambios realmente importantes en el transcurso de la historia.

En los últimos 50 años, la normativa de obligado cumplimiento ha cambiado tres veces y se ha multiplicado por veinte, pero los cambios no son sustanciales. Se ha reducido la superficie total y ha habido un ligero aumento de calidad y de la creatividad. Ha aumentado el número de baños, aunque se ha conservado la superficie total de los mismos. Ha disminuido la superficie de la cocina, y ha aumentado su funcionalidad. Se ha aprovechado mejor el espacio disponible. Se han introducido una enorme variedad de artefactos y adelantos tecnológicos. Y, sobre todo, los precios se han multiplicado por treinta.

Por otro lado, en España, y debido a una coyuntura económica y social determinada -y muy difíciles de repetir- en los últimos años se han construido más viviendas de las que en realidad se necesitaban. Además, se ha evidenciado la enorme diferencia existente entre el tipo de vivienda que el promotor desea construir (sólo porque son rentables) y el tipo de viviendas que la sociedad realmente necesita. Esto ha dejado en evidencia a las diferentes administraciones públicas, y a las diferentes entidades financieras. Como resultado, el sector de la construcción de viviendas prácticamente se ha paralizado, mientras que, por otro lado, más de un 30% de las viviendas están vacías. Y para colmo de los males, existe un amplio sector de la sociedad que necesita vivienda, pero no puede pagarla.

Con todo lo anterior, se desprende fácilmente que en un futuro próximo primará la rehabilitación o reciclaje de las viviendas ya existentes y se construirá un nuevo tipo de vivienda social más digno, económico y sostenible.

No obstante, ambos tipos tendrán unas características similares: optimización y reducción del espacio; flexibilización del espacio, y preparación al cambio; aumento del número de artefactos y de la eficiencia energética; utilización de materiales más ecológicos y más saludables; aumento de la tecnología multimedia, y su integración arquitectónica; aumento del nivel de industrialización y prefabricación y un diseño personalizado.

Desde luego, y como cabría esperar, estos cambios no se apreciarán de forma contundente. Sin embargo constituyen una tendencia general para los próximos años. En general, se construirá poco y se escribirá mucho. Pero estos dos hechos contribuirán conjuntamente a mejorar el impacto medioambiental del sector.

Gracias a la actual crisis del sector de la construcción tendremos una oportunidad valiosísima de mejorar nuestras acciones, y por tanto, el mundo en que vivimos.

Hemos estado demasiado tiempo reclamando un cambio y una mejora en nuestra arquitectura, y apenas hemos hecho nada. Ahora nos vemos obligados a aprovechar la oportunidad.
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