Teodoro Martínez

Un otoño más, los medios de comunicación nos avasallan con noticias sobre lo endeudados que están los españoles y los elevados índices de morosidad que presentan las familias de este país. Este tema, que preocupa enormemente a los bancos y cajas, supone también un quebradero de cabeza para los administradores de fincas, quienes ven cómo los habitantes del bloque se las ingenian para esquivar las facturas.
Según informes del Banco de España, por primera vez en la historia el endeudamiento de las familias, que asciende a 5.772 millones, supera al de las compañías españolas (5.554 millones). Este hecho resulta alarmante y, desde luego, disipa las ganas de embarcarse en el apasionante viaje que supone solicitar un crédito hipotecario.
La situación se agrava especialmente en estas fechas. La vuelta de las vacaciones, que han supuesto un gasto importante en la economía familiar, se suele contemplar como una empinada cuesta, durante la cual se deben sortear múltiples obstáculos. El colegio de los niños, la ropa, el material escolar... pueden alcanzar hasta los 2.500 euros de gasto medio por familia tipo (con dos hijos).
Con este panorama, muchas veces el cabeza de familia no prevé el pago de las facturas de la comunidad y durante estos primeros meses del curso también eleva la morosidad en los portales. En algunas comunidades los recibos devueltos llegan a aumentar hasta cerca de un 20% en esta época del año, según una encuesta realizada entre administradores de fincas.
Los medios de los que disponen los profesionales para perseguir este tipo de impagos eran, hasta ahora, lentos y costosos. La cantidad mínima a partir de la cual se podía demandar al moroso ascendía a 3.000 euros y suponía el comienzo obligatorio de un proceso judicial. Por esto, al final las medidas en contra de los deudores se reducían básicamente al envío de una carta por correo postal tradicional para avisarles de la devolución de la factura.
Sin embargo, las recientes modificaciones en el marco legal de las insolvencias han propiciado la generalización de los procesos monitorios, esto es, sin juicio, desde el primer céntimo a deber. Esto, unido a los avances tecnológicos, ha simplificado, agilizado y abaratado considerablemente el proceso.
A su vez, los administradores ya cuentan con otro tipo de herramientas para perseguir a los morosos, como programas informáticos. Algunos permiten enviar SMS al móvil de los deudores para avisarles de los recibos devueltos, lo que acorta el tiempo de respuesta a los impagos y asegura su recepción por parte del moroso.
Otros métodos tradicionales con los que contaban los administradores, como el aviso de facturas sin pagar por correo postal, se han modernizado para resultar más eficaces. La informática permite suprimir la ardua tarea de imprimir, ensobrar y depositar en el buzón las misivas a los propietarios mediante un sistema de adaptación al servicio de Correos, que se encarga de enviar el texto, previamente redactado por el administrador, a un listín de contactos elaborado también por el profesional.
De esta forma, el administrador dispone de métodos más eficientes para combatir las consecuencias que la dura cuesta de septiembre puede dejar en las economías domésticas y que, muchas veces, resienten la normalidad de la vida en comunidad.