Otra vuelta de tuerca
Ni posibilidad le dejan a uno para salvar el país. Miren que yo he sido siempre muy ahorrador (mis padres creían que más que búho habían tenido urraca acaparadora), pero últimamente cuando salía a comprar las tres o cuatro cosas que necesito lo hacía con la conciencia tranquila del que sostiene con su consumo la maltrecha economía patria. Y ahora sale la bancarrota de un gran banco norteamericano. Otra vuelta de tuerca, que amenaza con que los bancos no sólo cierren el grifo sino que empiecen a sorber agua de cualquier manantial que encuentren a su paso. Mi cartera se estremece al ver los apuros de la flor y nata de la banca mundial.
En estas incertidumbres nos hayamos todos, aunque hay quien está haciéndose cruces. Juan José Bruguera ha conseguido refinanciar su abultada deuda a tiempo, porque con la que se prepara en la lontananza las entidades financieras han tocado a rebato. Ya lo decía este periódico hace dos meses: refinancien rápido, que el tiempo apremia.
Los bancos no son las únicas entidades crediticias que van con la lengua fuera. No hablo de las cajas, muchas de las cuales están haciendo cábalas acerca de cómo neutralizar los riesgos que asumieron en años de vino, ladrillo y rosas. No, también el Gobierno está exhausto.
De poco ha servido a la vitalidad del consumo el reparto de los 400 euros. Las arcas públicas dan para poco y los instrumentos financieros afines, como el ICO, ya han dicho "hasta aquí hemos llegado". El presidente de esta entidad, Aurelio Martínez, decía en una reciente entrevista que Zapatero podía olvidarse por este año del fiel Instituto, que ya ha dado todo y más para salvar los muebles a los empresarios de inmuebles. Lo malo es que muchos de estos empresarios siguen con el aparador bajo la lluvia.
Yo les prometo que dilapidé lo que me tocó de mis 400 euros, por mor de la recuperación económica. No pasó lo mismo con millones de atribulados consumidores, que han decidido guardar para el futuro. Con las noticias que nos llegan, no les culpo.