SOCORRO FERNÁNDEZ

Los indicadores muestran que el mercado residencial está parado. ¿Ha notado una constructora como Copisa este hecho en su actividad?
No hemos notado la crisis inmobiliaria porque desde que se gesta un proyecto hasta que se construye finalmente pasa un tiempo. Ahora el promotor se está pensando si saca suelo a promover. Notamos que nos piden menos vivienda y, si la piden, es sin tanta prisa. Hace un año, los promotores pedían viviendas con urgencia porque antes de empezar a construir ya lo tenían todo vendido.

¿Se resentirán las cuentas de su empresa a raíz del ajuste inmobiliario?
Lo que tenemos en construcción no se verá afectado por la caída de las ventas porque estaba ya comercializado totalmente o en un 60-70%. Obviamente, la actividad en el futuro se resentirá, pero a nosotros no nos afectará mucho, ya que no nos hemos volcado excesivamente en la edificación residencial. El 70% es edificación civil y del otro 30%, la mitad es vivienda.

¿Cuáles van a ser las prioridades de Copisa para este año?
Las energías renovables son una prioridad, como lo demuestra la planta fotovoltaica que construimos en Ciudad Real, que es la más grande de España, con una potencia de 10.000 kWp.

Otro asunto es el de las concesiones. Lo normal es que ahora haya bastante actividad en infraestructuras y esperamos crecer ahí. Tenemos una sociedad concesionaria, Cedinsa, junto a La Caixa, Comsa. Es la segunda por kilómetros de autovías en España, tras Abertis. Se ha centrado en Cataluña y estamos tratando de salir a otras regiones.

Entonces, ¿van a dejar la vivienda de lado?
No. Estamos estudiando hacer vivienda protegida, pero las administraciones públicas son las primeras que tienen que dar un paso adelante. Hace diez años las comunidades autónomas subvencionaban y conseguían que las empresas se animaran a promover, pero los tipos barajaron tanto que las subvenciones vía interés no eran atractivas. Además, los márgenes en vivienda libre eran mayores y llegó un momento en el que ya nadie tenía interés en este producto. Ni el comprador ni el promotor. Las administraciones se fueron relajando pero ahora toca apostar por este producto. Preveo que se va a hacer mucha vivienda pública.

¿Encuentra Copisa dificultades de financiación por parte de los bancos, a la hora de afrontar nuevos proyectos?
No, porque tenemos una cartera de clientes que les da mucha tranquilidad. No en vano, el 80% de los que nos contratan son entidades públicas. Además, nuestra filosofía también les infunde seguridad, ya que Copisa siempre ha preferido autofinanciarse a endeudarse. Eso hace que ahora, cuando muchas empresas están pensando en vender para conseguir liquidez, nosotros estemos en posición de comprar.

¿Qué están buscando?
No queremos crecer por crecer. En ese sentido, no buscamos sumar empresas sino encontrar complementarias, firmas que nos abran mercados en los que aún no tenemos una presencia destacada.

¿Qué presupuesto tienen para compras?
No tenemos una cifra cerrada. Si vemos una empresa rentable y complementaria nos lanzaremos a por ella. Si el negocio es claro nos endeudamos como el que más. De hecho, hemos tratado de comprar empresas más grandes que nosotros, aunque luego por infinidad de circunstancias, las operaciones no salieron adelante.

¿Está negociando ahora alguna compra?
Siempre hay negociaciaciones, aunque no se puede hablar de ellas hasta que no se cierran.

¿La fusión con Sando está totalmente descartada?
El rumor que se difundió el año pasado no se basaba en ningún movimiento real, pero fue muy difícil de refutar porque era una idea razonable, ya que son empresas familiares muy potentes en mercados diferentes: en construcción nosotros estamos fuertes en Cataluña y ellos en Andalucía. Nunca es descartable, por la sensatez de esta fusión, aunque no siempre se acaba por imponer lo lógico. Intervienen tantos factores...

¿Qué planes tiene Copisa para este año?
El principal reto es expandirse más allá del noreste de España, que es el mercado de origen de Copisa. Somos muy potentes en Cataluña, Aragón, Rioja, Navarra y Baleares. Aunque hemos hecho cosas en otras regiones, estamos muy concentrados en una zona. Por eso, hace dos años Copisa vio que, si quería mantener su crecimiento, debía fortalecerse en los mercados no tradicionales. Fruto de esa política fue la apertura de delegaciones estables en las zonas con más potencial. Así se abrieron las oficinas de Málaga, Sevilla, Salamanca, Zaragoza y Madrid. Mi intención es reforzar esta trayectoria, aunque sin sobrecargar la estructura de Copisa.

¿Y qué hay de la expansión internacional?
En Rumanía hemos creado una sociedad al 50% con un socio local para aspirar a licitaciones públicas. Nosotros aportamos el capital y nuestro saber hacer y ellos el modus operandi del país. No queríamos comprar una empresa, como hizo Ferrovial con Budimex, porque sentíamos que las estructuras no serían compatibles ni compartiríamos la misma filosofía de los empleados.

También estamos estudiando oportunidades en Latinoamérica y en otros países del Europa del Este. En África hay ofertas interesantes, pero nos asusta la inseguridad jurídica. Lo que pasó con Hugo Chávez preocupa mucho a los responsables de las empresas. En países donde la inseguridad jurídica es flagrante es peligroso. Puedes hacer un buen negocio pero quizá en el siguiente pierdes lo que ganaste y mucho más.