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Zapatero-Rajoy, política de matices

Cunde entre muchos políticos la acertada idea de que las ideologías y las siglas van perdiendo fuerza en aras del carisma, poder de convicción y hasta telegenia que sea capaz de exhibir el candidato, conscientes debe de ser de que las diferencias de fondo, al menos entre el PP y el PSOE (si no que se lo pregunten a IU), son cada día más nimias y reducidas muchas veces a simples matices semánticos y alguna que otra prioridad y tinte de progresía en las actuaciones, véase matrimonios homosexuales, aborto o laicidad.

Las recetas económicas de los dos grandes partidos, se diga lo que se diga, guardan grandes semejanzas y no digamos ya sus promesas fiscales, dónde unos y otros han anunciado rebajas sin fin, los dos reducirán el IRP y “bonificarán” al sufrido declarante, por no hablar de las primas que el 10-M comenzarán a obtener familias y pensionistas.

Tantas son las coincidencias en esta materia que el anuncio a bombo y platillo de Zapatero de suprimir el Impuesto de Patrimonio ha pillado con el pie cambiado a más de un socialista, por no hablar de las ampollas que la propuesta ha levantado en esa otra pata de la izquierda que es IU, atónitos ante el acelerado viaje al liberalismo emprendido por quien es su socio de gobierno en muchas instituciones.

Y hete aquí, que lo que parecía diferencias insalvables en algo tan delicado como la Educación, donde socialistas y populares mantienen duros rifirrafes sobre si debe prevalecer lo público sobre lo privado, tanto Zapatero como Rajoy han encontrado la “piedra filosofal” en el inglés como remedio a todos los males que aquejan al sistema educativo. Sin restarle importancia al aprendizaje de este idioma, que la tiene, llama la atención que ninguno de ellos parezcan sentir sonrojo (ni la Ley de Pilar del Castillo, ni la de María José Sansegundo han arreglado el problema) porque el nivel educativo de nuestros estudiantes les lleve a confundir televisivamente a Cervantes con un grupo musical, a pensar que Valladolid roza casi los Pirineos y que la guerra civil española se libró en 1970. Todo un dislate al que no parece que pueda poner remedio el que Zapatero prometa que en el 2010 el 15% de la actividad escolar será en inglés y en el 2018 todo estudiante titulado en ESO hablará con fluidez la lengua de Shakespeare, personaje que a poco que se descuide puede acabar siendo un productor discográfico, que eso sí que mola y no el haber escrito Hamlet.

Existen pese a todo entre PSOE y PP matices importantes. La dialéctica de lo público o lo privado es una de ellas, incidiendo en ámbitos tan esenciales como la sanidad o la educación.

Concepciones distintas también las que mantienen ambos partidos a la hora de abordar problemas como la inmigración, los nacionalismos, el terrorismo o determinados derechos individuales, posicionamientos que harán que el 9 de marzo los votos sonrían a uno u otro candidato.
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