Muestras de irracionalidad

Se dice que el ser humano es el único habitante del planeta que tiene la virtud de ser racional. Algunas actitudes, individuales y colectivas, parecen ir en contra de este axioma. Tenemos dos ejemplos recientes de ello, uno ciudadano y otro político.
El primer aspecto tiene que ver con la huelga de los servicios de limpieza del Metro de Madrid. La huelga en limpiezas es siempre desagradable, por sus consecuencias para la población, ya que la acumulación e basuras no sólo molesta, sino que puede atentar contra la salud. En el caso del Metro, la situación se agrava, porque no es lo mismo que las basuras se acumulen en el suelo, que en el subsuelo. Lo racional sería que, ante esta situación, los usuarios del Metro, por su propio interés, procurar ser cuidadosos no tirando papeles al suelo, evitando hasta el uso de las papeleras para depositar sus papeles, envases u otros objetos cuando salieran del metropolitano.
En cuanto a la política, la actitud de determinados cargos públicos del PP de Madrid no muestra, precisamente, indicios de racionalidad. Decir que los alcaldes de grandes poblaciones no pueden ser candidatos en las elecciones generales, como ha hecho el número dos del Gobierno regional, desmentido a nivel nacional, da una imagen de discrepancia y desunión que es, cuando menos, desconcertante para el electorado. Las discrepancias, a cualquier nivel, deben solventarse en el seno de los partidos, y no airearlas ante la opinión pública. No hay cosa peor que dar la sensación de falta de unidad en un partido en temas esenciales como los electorales, aunque no sea cierto. Si Rajoy ha manifestado que las listas las haría públicas en enero, los demás deberían permanecer calladitos.
No sé si será cierto el enfrentamiento entre Esperanza Aguirre y Gallardón en determinados temas. La discrepancia parece clara. Pero parece que hay quienes desean atizar el fuego, sin detenerse a pensar en las consecuencias. Esto es una clara muestra de irracionalidad.