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¡Menuda tropa!

Nada de paños calientes ni medias tintas, es el momento de los órdagos políticos, en el PP a la grande, en IU a la chica, para determinar las candidaturas por Madrid. La confección de las listas ha hecho que tanto en el Partido Popular como en Izquierda Unida (el PSOE es otro cantar que sólo se entona con “Z”), se haya sacado la artillería pesada para forzar a Rajoy y a Llamazares a que los nombres que se incluyan en los carteles electorales no entren en conflicto con los intereses de las direcciones regionales.
El mensaje de Ignacio González al presidente del PP no deja lugar a dudas; Esperanza Aguirre, en su calidad de “lideresa” de los populares no quiere ver ni poco ni mucho el nombre de su “querido” enemigo Alberto Ruiz Gallardón impreso en la lista madrileña.
Invoca la mano derecha de Aguirre, en su calidad de presidente del Comité Electoral del PP de Madrid, los estatutos internos que rigen en la calle Génova, que recogen la incompatibilidad de ser alcalde y diputado, para cerrar el paso a las ambiciones del alcalde de Madrid, que desde hace meses no esconde su deseo de ser el número dos de la candidatura, pero el verdadero órdago de González tiene como destinatario al mismísimo Rajoy. Allá él, viene a decirle Aguirre por boca interpuesta al líder de su partido, si decide hacer uso de la excepcionalidad que contempla el Comité Electoral Nacional para incluir al alcalde. Excepción a la que no puede aspirar por ley Esperanza Aguirre, que tendría que conformarse con un puesto en el Senado.
El empeño de la presidenta del PP madrileño por apartar al regidor capitalino del Congreso de los Diputados no es sólo cuestión de empecinamiento por vencerle la mano una vez más a su compañero, sino que tiene mucho que ver con la propia supervivencia política de la mandataria autonómica. Aguirre y los suyos saben con certeza absoluta que el triunfo de Gallardón, y un primer paso sería su inclusión en la lista por Madrid, supone su laminación en el partido y otro tanto se percibe con igual clarividencia en el entorno del alcalde, sabedores también que en la batalla que les enfrenta con la jefa del Ejecutivo regional no es de las que dejan heridos.
La realidad al día de hoy es que sí los idus de marzo no le son proclives a Rajoy, tanto Aguirre como Gallardón, se consagrarán como las dos únicas alternativas claras al liderazgo del partido, máxime si se cumplen las encuestas y el PSOE pierde dos escaños (ese es el mejor de los escenarios) en Madrid a favor de los populares. Con escaño en el Congreso, el alcalde capitalino estaría en una posición aventajada respecto a su más inmediata rival para hacerse con las riendas del grupo parlamentario y proyectarse desde ahí a la presidencia del PP. Cierto que el regidor no tiene tras de si a la militancia ni al partido, pero para su guerra con Aguirre cuenta con acorazados económicos, no sólo patrios, y algún que otro buque insignia mediático, que no suele hacer apuestas arriesgadas en sus respaldos políticos.
Rajoy, por el momento, no ha hecho acuse de recibo al órdago de la “lideresa” madrileña, aunque también por persona interpuesta, en este caso en la de Acebes, ha vuelto a dar una larga cambiada a las ambiciones de los dos prebostes madrileños con el laconismo de que el Comité Ejecutivo “puede establecer excepciones”. Otra cosa es que el gallego, a buen seguro, haya tenido que morderse la lengua para no volver a sacudir una vez más a sus huestes con un sonoro “menuda tropa” (Rajoy, sic).
Más fino hila la dirección regional de IU de Madrid a la hora de que Llamazares acepte de buen grado su propuesta de número dos de la candidatura. Perdida la posición de fuerza (el coordinador general ha demostrado en las listas de Andalucía tener más recorrido que el que se le presuponía), Angel Pérez y los suyos no parecen que quieran entrar en una confrontación abierta con el cabeza de lista, máxime tras el aviso del pope económico de la coalición, Moral Santín, y de los "vizcaínos" (Julián Sánchez Vizcaíno) de descolgarse de la entente que mantienen con la mayoría si hay enfrentamiento con el líder de Izquierda Unida.
Descartada, por tanto, la pelea a campo abierto, el sector mayoritario de IU-CM ha optado por no situar como número dos a uno de sus afines, pero sin renunciar, eso sí, a cerrarle el paso a la ex alcaldesa de San Fernando y actualmente diputada en el Congreso, Monserrat Muñoz, uno de los pocos baluartes con que cuenta Llamazares en Madrid.
Sutil en su estrategia, Pérez ha buscado a un hombre cercano al secretario general de CC.OO, José María Fidalgo, como es el responsable confederal de Medio Ambiente de Comisiones, Joaquín Nieto, para número dos de la candidatura madrileña. Una propuesta difícil de rechazar por Llamazares so pena de ponerse enfrente al sindicato, cuyo jefe de filas ha mantenido posiciones antagónicas con el líder de IU respecto al PSOE. Una razón más que juega a favor de los intereses del actual portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid.
Sí Llamazares acepta el órdago de Nieto, tendrá que relegar a Muñoz a un tercer puesto en la candidatura y arriesgarse a que su apoyo más firme no logre el ansiado escaño si la coalición no remonta la debacle electoral de 2003.
Pocas conspiraciones caben en el partido de Pablo Iglesias a la hora de confeccionar la lista por Madrid. En el PSOE de Zapatero, en el que ha vuelto a hacerse bueno aquello de que quien se mueve no sale en la foto, el cartel electoral se pilota desde Ferraz y aunque esta previsto que el PSM mantengan a finales de este mes, se baraja el día 28, una reunión para perfilar la lista, nadie se va a enfrentar a lo que dicte el Federal, o si se prefiere el inquilino de La Moncloa, que ha cerrado cualquier debate sobre el número dos con la designación de Pedro Solbes.
Se da por seguro que entre los diez primeros también irán Mercedes Cabrera, Delia Blanco o Antonio Hernando, mientras que las únicas incógnitas que se plantean en el socialismo madrileño llevan el nombre de Rafael Simancas y Ruth Porta, a quien la dirección de Madrid busca hueco en la candidatura de la “Z”. Respecto al que fuera secretario general del socialismo madrileño, el PSM quiere que se le incluya entre los diez primeros nombres de la lista, mientras que en el caso de la segunda se negocia que entre en el segundo bloque (del 11 al 20), lo que la coloca en una posición de alto riesgo a la hora de conseguir el ansiado escaño.
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