Cuidado con el transporte público

Mucho se está hablando de los problemas de los Cercanías de Barcelona y hasta hay algunos políticos- no voy a dar nombres- que comparan el buen funcionamiento, en general, de los transportes públicos madrileños con el caos de Barcelona, agravado por las obras de la entrada del AVE en la ciudad condal.
Los problemas de los ciudadanos barceloneses son, también en general, parecidos a los que padecemos los madrileños todos los días cuando intentamos utilizar el transporte público siguiendo los consejos -que no el ejemplo- de nuestros políticos. La red de Cercanías de Madrid se ha quedado pequeña con la construcción de miles de viviendas en los municipios más alejados de la capital. Sólo en Aranjuez se van a ir a vivir en los próximos años más de 20.000 madrileños que van a tener que venir a trabajar todos los días a Madrid y luego volver por la tarde. Lo mismo ocurre en Colmenar, a 45 kilómetros de la capital. O se piensan las soluciones con aticipación o cuando nos queramos dar cuenta los ciudaadanos de Pinto que quieran subir al tren que venga de Aranjuez no podrán ni entrar de lo lleno que llegará.
La llegada de los Cercanías a las nuevaas estaciones de Puerta del Sol y de Alonso Martínez van a atraer a nuevos viajeros incluso los sábados y domingos porque ya se sabe el atractivo que ejerce el centro histórico de Madrid para pasar los días festivos, que no hay quien circule por las aceras y calzadas de la Gran Vía o de Preciados.
¿Y qué decir del Metro? Cuidado con el Metro de Madrid. A principios de año ya tuvimos serias advertencias, en forma de averias, de que el mantenimiento está en los mínimos y que en las horas puntas cualquier percance provoca retrasos inconmensurables para el ciudadano.
Rara es la semana, cuando no el día, que no hay algún percance en alguna línea del Metro madrileño. En estos últimos días los viajeros de la Línea 3 los han padecido y ni siquiera he leído una línea en los diarios ni en la televisión. Los cabreos de la gente se quedan en el subterráneo.
El crecimiento del Metro de Madrid bajo los Gobiernos de Gallardón y de Esperanza Aguirre han sido espectaculares, pero no ha aumentado proporcionalmente el número de viajeros que cogen por las mañanas el transporte público por tres razones: la primera, por comodidad, la segunda porque no se fían de llegar a tiempo y la tercera porque a la vuelta, por la taarde, los metros y Cercanías ya no funcionan con la celeridad y la frecuencia que se ha conseguido por las mañanas. Es como si los políticos se preocuparan mucho de que nadie llegue tarde a trabajar y que, por el contrario, les importara un pito lo que tardemos en volver a nuestras casas.