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El nuevo club de los ricos

A mediados de mayo Manuel Manrique, el número dos de Sacyr – Vallehermoso llamó por teléfono a Fernando Martín, de Martinsa – Fadesa; a Rafael Santamaría de Reyal – Urbis; y a Luís Portillo, de Colonial, Inmocaral y Riofisa. La situación del sector inmobiliario ya era inquietante: las ventas descendían con enorme rapidez hasta llegar a cero en muchos lugares, el coste del dinero amenazaba con convertir los enormes endeudamientos en losas difíciles de aguantar, todos los mensajes que se lanzaban desde el poder político y las informaciones que aparecían en los medios de comunicación dañaban gravemente la imagen de las empresas y de sus dirigentes, y las distintas patronales eran incapaces de detener la avalancha.

Se sentaron los cuatro con Luís del Rivero y acordaron poner en marcha un grupo, club, asociación… de grandes empresas que pudiera no sólo defender los intereses del sector, también que propiciara el estudio de los diferentes problemas a los que se enfrentaba y su incidencia dentro de la economía nacional. Datos fiables sobre los que operar y que ofrecer a las distintas Administraciones. Y un plan de mejora de imagen que propiciara que los españoles no vieran al sector del “ladrillo” como el malo de todas las películas.


Se pusieron en marcha y antes de las vacaciones de verano ya habían contactado con prácticamente todas las grandes. A las cinco iniciales compañías se sumaron Nozar, de la mano de los hermanos Nozaleda; Rayet, con Felix Abanades; San José, con Julio Rey; Realia, de la mano de Ignacio Bayón; Metrovacesa, con Ignacio López del Hierro y a la espera de su división con Gecina; Chamartín, con Carlos Cutillas; Renta Corporación, con Luís Hernández de Cabanyes; y Hercesa, con Juan José Cercadillo. Allí estaba el diez por ciento de la promoción inmobiliaria del país y cerca del 50 por ciento de las grandes promociones. Se decidió invitar a la asociación madrileña Asprima, en la persona de su presidente, José Manuel Galindo, para que participara en el Grupo, con voz pero sin voto, ya que la fórmula finalmente elegida fue la de sociedad limitada, con un capital social entre el millón y el millón y medio de euros.


No había tiempo que perder y mientras crecía el grupo y se formalizaban los trámites legales se eligió a Fernando Martín como presidente, se analizaron los currículos de tres candidatos para la secretaría general y salió elegido el ex secretario de Estado de Hacienda, Pedro Pérez, que presidía Itinere, un hombre al que se considera no sólo capaz para llevar adelante el día a día del Gurpo por sus conocimientos económicos, sino que se valoró sus buenas relaciones con el poder político, al margen de adscripciones partidistas.


Se encargaron los primeros informes técnicos a la sociedad de Emilio Ontiveros, y se contrató a la empresa Estudio de Comunicación, de Lalo Azcona y Benito Berceruelo, para diseñar y llevar adelante la campaña de comunicación e imagen, que de forma inmediata y a partir de agosto colocó a uno de sus profesionales más experimentados en la coordinación de los temas. También se pusieron a diseñar la “marca” y elegir el nombre más adecuado. Este sería Grupo Inmobiliario por la Excelencia. Y la fecha para ir al notario y crear formalmente la sociedad el lunes, uno de octubre de 2007.


El G14, aseguran sus componentes, “no pretende imponer nada, ni va contra nadie, ni a favor de nadie. Quiere ayudar al sector, como motor de la economía española, y a las autoridades políticas a tomar decisiones sobre el mismo en base a datos contrastados y fiables”. Para ello solicitaron varias reuniones a lo largo de los últimos meses, y se han entrevistado con la titular de Vivienda, Carmen Chacón, con el director de la Oficina económica de Presidencia, David Taguas, con el presidente del PP, Mariano Rajoy, y con el presidente de la CNMV, Julio Segura.

Con siete informes de Ontiveros y su equipo en su poder, la sociedad en marcha con presidente y secretario general, y un plan de comunicación muy detallado, los trece grandes del sector inmobiliario quieren afrontar una etapa difícil e incierta, con problemas añadidos que no estaban en el calendario, como es el estallido financiero en Estados Unidos de las hipotecas “sub prime” y sus repercusiones en todo el sistema bancario internacional. Consecuencias que no han hecho más que empezar y cuyos efectos concretos y alcance, según Emilio Ontiveros, no se sabrán hasta comienzos de 2008, cuando todas las entidades hayan cerrado sus balances anuales y presenten sus cuentas a las autoridades monetarias.

Hablar con los protagonistas de este nuevo “lobby” empresarial que se ha puesto en marcha, que va a dejar a un lado a las asociaciones empresariales que existen, desde la APCE al resto de las que están en las distintas autonomías, y que no quiere convertirse en una “segunda Seopán”, de ahí la fórmula elegida como sociedad limitada, es asomarse al vértigo en el que están inmersas, con endeudamientos en algunos casos que colocarían a la empresa en situación de quiebra si se rebajara la cobertura patrimonial con descensos prolongados en las ventas, retrasos en la puesta en marcha de nuevos desarrollos y caída de las valoraciones de sus activos; a lo que habría que añadir caídas generalizas en las cotizaciones bursátiles, que van desde el 20 al 50 por ciento del valor de hace un año.

La preocupación es máxima y todos temen que la larga y dura campaña electoral que ya ha empezado retrase la toma de decisiones y embarque a los partidos en unas ofertas sobre vivienda que retraigan aún más a los posibles compradores. Con el evidente riesgo de que un aumento del paro y una menor actividad en el sector de los servicios y descenso en el consumo, cierre una espiral en la que la crisis financiera e hipotecaria termine convirtiéndose en una crisis económica de carácter mundial. Algunos expertos así lo pronostican y el propio director gerente del FMI, Rodrigo Rato, casi en su despedida, se ha encargado de ponerlo sobre la mesa, con una crítica velada a las cuentas y presupuestos presentados por su sucesor al frente de la economía española.

Que este G14 sea un grupo de presión dentro de la economía española, un simple lobby de intereses, o una plataforma de debate, estudios, sugerencias y traslado a la sociedad del verdadero rostro de los profesionales y empresas que llevan moviendo la economía de este país en los últimos quince años, hasta conseguir haber sobrevolado la crisis general que ha afectado a Europa, se verá con gran rapidez. Sobra fantasía, sobra “alarma social”, sobra demagogia y hace falta rigor y transparencia. No todos ellos están en la misma situación, ni sus prioridades empresariales son las mismas, ni siquiera comparten al cien por cien las salidas a esta especial coyuntura. Lo que si pueden y están obligados a hacer es a que el oscurantismo empresarial desaparezca y el “motor” del país no se pare, aunque sea buscando el “combustible” lejos de nuestras fronteras.
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