Madrid/ Pablo Sola
Negocio Inmobiliario
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
La demanda de vivienda social en Madrid, un problema muy actual para las autoridades, ya existía a principios del siglo XX, así se desprende de la exposición "Un siglo de vivienda social 1903-2003" organizada en las Arquerías de Nuevos Ministerios por el Ministerio de Fomento, la EMV y el Consejo Económico y Social.
En el amanecer del siglo XX, cuando Madrid se convertía en una ciudad industrial, multitud de trabajadores hicieron cambiar el concepto urbanístico de la ciudad al inventar nuevas necesidades con respecto a la vivienda. La falta de recursos económicos hicieron que estos obreros se hacinaran en viviendas convirtiendo barrios hasta ese momento burgueses en guetos. Ante esta situación surgieron diferentes ideas para adaptar la ciudad y para aclarar las dimensiones mínimas que debía tener una vivienda. Se propuso abandonar la ciudad histórica a la nueva inmigración y construir un ensanche burgués. Otros defendieron la edificación de nuevos barrios obreros lejos del centro y, frente al miedo de crear zonas residenciales peligrosas debido al descontento social, surgió la idea de destinar un sitio a la clase trabajadora en los bloques de viviendas de las clases altas, llevándoles a las buhardillas y a las crujías posteriores. En aquella división horizontal, entresuelo, principal, primero y segundo se valoraron de forma distinta reflejando criterios sobre lo que debía ser el espacio doméstico para cada clase de vivienda. La presencia de nuevas barriadas obreras más allá del límite de la ciudad, donde existía suelo barato, supuso definir los instrumentos de intervención, así como elaborar criterios de clasificación de espacios por usos.
La preocupación por este tema llevó a la constitución, en 1903, del Instituto de Reformas Sociales en Madrid, y cuatro años más tarde del Museo Social de Barcelona. Se debatieron las ventajas e inconvenientes de las cooperativas obreras, la competencia en cuanto a la construcción de vivienda social y el posible cambio de régimen jurídico de las ciudades para anexionar núcleos urbanos próximos. El transporte público, las condiciones de higiene y salubridad y los criterios de sencillez y economía en las nuevas viviendas fueron también temas de debate interesante.
La década de los diez y finales de la de los veinte fue para la arquitectura española su primer gran momento de modernidad. Tras la recesión económica del 29, la arquitectura perdió su preocupación por la construcción de viviendas sociales y centró su interés en los proyectos de equipamientos e infraestructuras. Los años cincuenta fueron el segundo gran momento de la arquitectura española del siglo XX, en primer lugar porque los arquitectos tomaron como referencia la arquitectura contemporánea y, en segundo lugar, porque fueron muchos.
Las décadas de los sesenta, setenta y principios de los ochenta, los años del desarrollismo económico, fueron para la vivienda social momentos en los que el arquitecto aceptó someterse a las pautas del promotor, aumentando de manera vertiginosa la cantidad de viviendas, pero reduciendo la calidad de los hogares.
Los cambios políticos que vive España desde 1975 han transformado la política, tanto de remodelación como de realojo, y se ha tendido a facilitar vivienda social a clases no tan desfavorecidas. La exposición se mantendrá abierta hasta el próximo 27 de abril.