Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Si bien el año 2006 fue un ejercicio decisivo para la consolidación y las aspiraciones del mecenas del arte Enrique Bañuelos, presidente de Astroc, en el sector de la construcción, todo apunta a que 2007 será el año de la internacionalización para el empresario que está al frente de la compañía levantina.
Desde que el saguntino, de 40 años, comenzó su carrera empresarial de la mano del Banco Sabadell, (ya fuera del capital), Enrique Bañuelos ha sabido rodearse de apellidos ilustres y adinerados que han confiado plenamente en su audacia empresarial. La familia Godia (Caixa Galicia), Nozadela (Nozar), Abánades (Rayet) y Ortega (Inditex) son un claro ejemplo.
Tras el acuerdo alcanzado con Hernández Moltó, Caja Castilla La Mancha ha sido la última entidad en participar dentro del accionariado de Astroc con un 1%, pero las aspiraciones de Bañuelos pasan por consolidar una operación con Testa, la filial inmobiliaria de Sacyr-Vallehermoso, lo que permitiría a la firma valenciana dar un salto de gigante en el sector.
Empresarios de la condición, nivel y categoría de Bañuelos hay pocos; su ritmo de actividad es francamente envidiable y su sagacidad promete alcanzar altas cimas en este negocio pero, ¿quien está detrás de este ávido hombre de negocios? Su preceptor es el ingeniero industrial Javier Carlos Ferrando, sobrino de los Ferrando de toda la vida valenciana; es decir, del ex presidente de la Confederación de Organizaciones Empresariales de la Comunidad Valenciana (CIERVAL), Rafael Ferrando y su hermano Federico.
Javier Ferrando ha sabido leer entre líneas los movimientos empresariales de su tío, el arquitecto Rafael Ferrando, con un holding que tiene como problema que sus empresas dependen demasiado de la Administración pública, de lo que, a todas luces, se ve que Enrique Bañuelos ha tomado nota durante los últimos años.