Fuegos artificiales y ¿de lo mío qué?

Nino Olmeda

Siguiendo el tono bajo de las últimas semanas, la Asamblea de Madrid continúa apagada y hasta el 28 de enero no se encenderá. Será poco a poco.
Ese día se reunirá la Junta de Portavoces para ordenar el primer pleno parlamentario después de las fiestas de diciembre, previsto para el primer jueves de la primera semana de febrero. Hasta que llegue esa fecha, los pocos diputados que aparecen aprovechan el café o la caña de cerveza de turno para comentar entre ellos los fuegos artificiales que salieron de los actos convocados por los dos grandes partidos, PSOE y PP, con ocasión de sus convenciones municipal y autonómica.

Que si Aznar va de concejal por Bilbao, que si Zapatero dice que el PP se escora a la derecha. También comentan el estado de las listas electorales y, sin parecer interesados, dejan traslucir su verdadero interés: ¿Y de lo mío qué?. Uno que ya lo tiene claro es el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que, una vez despejadas todas las dudas sobre los notables que le acompañarán en su intento de hacerse con la Alcaldía de la capital y sobre su libertad total para poner a quien le de la gana, aprovecha todo su tiempo mediático en favor de sí mismo.
En la última rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, puso el dedo en la llaga con respecto a la conveniencia o no de complementar las pensiones más bajas con ayudas de los gobiernos regionales, como ha hecho el socialista Manuel Chávez en Andalucía, y dijo que no debería haber pensionistas discriminados por su lugar de residencia. Olvidó mencionar que la soluciónla tiene Aznar, que tiene en sus manos dignificar los sueldos de estas personas. Mientras se mantengan pensiones de miseria siempre habrá alguien que decida mejorar la situación de los que peor están. ¿Y de las listas qué?.
En el PP, todos están a la espera de las decisiones del presidente regional del partido, Pío García Escudero. En IU, como todo está acordado, sólo cabe esperar que no aparezcan más nombres ligados con "cosas feas" como le pasó al que iba de segundo de Inés Sabanés.
En el partido socialista, nadie habla no sea que vaya a meter la pata. Cada aspirante a estar sentado, de cara a la próxima legislatura, en la Cámara regional se acerca al jefe de su respectiva familia política en espera de ser integrado en un buen puesto. ¿Y si no tiene sector al que reclamar una plaza?. Nada, repetir la misma operación y al mercado. El que no se pone a tiro desaparece del mapa y no puede ni preguntar "¿cómo va lo mío?".