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En 2006, protagonista el ladrillo

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
A tan sólo tres meses para que sea aprobada, la nueva normativa sobre contaminación acústica hace chirriar los goznes del anquilosado sector inmobiliario.
Con el pretexto de mejorar la calidad de las edificaciones, el Ejecutivo ha puesto su compleja maquinaria a funcionar y ha ideado un nuevo marco legislativo que supondrá un aumento de los costes de producción para los promotores inmobiliarios. El trámite parlamentario de la Ley de Ruidos de 2003 deja ya atrás su tercer año de retrasos por la descoordinación reinante entre los departamentos de Vivienda y Medio Ambiente, los padres de la nueva norma. El 29 de marzo de 2007, coincidiendo con la plena entrada en vigor del flamante Código Técnico de la Edificacion (CTE), ha sido la última fecha elegida por ambos ministerios para darle el visto bueno definitivo al texto.
Mucho tendrán que cambiar las cosas hasta entonces si se quiere alcanzar el consenso de todos. El actual borrador del real decreto ha sido calificado como inviable por los agentes del sector, que han aunado esfuerzos en la defensa de sus intereses a través del Foro de la Edificación. Era evidente que habría que hacer reformas, puesto que algunas de las medidas que contempla chocan frontalmente con las exigencias del CTE, sobre todo en lo relativo a cuestiones de eficiencia energética. Eso por no contar con el interés explicito del Gobierno por homogeneizar las normativas autonómicas y locales, lo que supone un inconveniente añadido y podría llegar a tener consecuencias de calado en el desarrollo económico del país.
Los promotores aseguran que esta norma generará más costes en un momento en el que el sector ha de hacer frente a un enfriamiento de la demanda. El borrador incluye, además, un cambio en el mecanismo de control de la contaminación acústica, ya que en lugar de hacerlo en laboratorio como hasta ahora, propone llevar a cabo las pruebas in situ, con el edificio ya construido. Esto supone crear un mapa de ruidos pormenorizado que tenga en cuenta las infraestructuras cercanas, cosa cuando menos, difícil de ejecutar.