FIRMAS

ZP coloca a su gurú contra Gallardón

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Zapatero ha disparado la última bala que tenía en la recamara de esa ruleta rusa en que se había convertido la candidatura al Ayuntamiento de Madrid y ha designado a su asesor económico en Moncloa, Miguel Sebastián, para disputar la alcaldía capitalina a Alberto Ruiz Gallardón. Un nombramiento que causa alivio entre las altas esferas monclovitas y del Ejecutivo, véase María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes, desconcierto y la frustración en las filas del PSM, que ven como se alejan sus perspectivas de triunfo. En el otro lado, el regocijo mal disimulado en los cuadros del Partido Popular.
El nombramiento por sorpresa de Sebastián, quien por cierto no había aparecido en las múltiples quinielas que se han sucedido desde hace meses a cerca del candidato para la Villa y Corte, no sólo ha puesto de relieve que el “banquillo” socialista se ha agotado en múltiples negativas, la última la de Fernández de la Vega, sino también la urgencia de Ferraz por zanjar un asunto que además del desgaste político ha alzado numerosas voces críticas en contra del modo de elección del candidato, véase los Leguina, los Barranco, los Acosta, por no hablar de prebostes del partido que han rechazado la oferta de encabezar el cartel electoral capitalino.
Nada comparado al papel al que el Federal ha reducido a la dirección del PSM con Simancas a la cabeza (hasta el último momento han peleado porque fuera Teresa Fernández de la Vega), a quienes esta designación pillaba con el paso cambiado (horas antes aseguraba que se haría en noviembre) y de la que sólo han acertado a decir que es “un lujo para el PSOE y para Madrid”.
En el PP la candidatura de Sebastián ha provocado un verdadero suspiro de alivio (Bono era el más temido por Gallardón, pero tampoco parecía fácil rivalizar con De la Vega), ante lo que consideran un grave error de Zapatero, que les deja vía libre a la victoria. Precisamente ha sido Ruiz Gallardón el más certero y conciso al vincular los resultados electorales de mayo con la responsabilidad directa del presidente del Gobierno. Decisión que dicho sea de paso ha causado cierto rechazo en las filas de izquierda Unida, dado el perfil “neoliberal” del candidato.
Qué Zapatero está dispuesto a fajarse en la campaña madrileña ha quedado claro, no sólo en lo dactil de la designación, sino en la precipitada presentación de la candidatura. Un acto en el que el presidente loó la “imaginación, eficacia y prestigio” del elegido.
Miguel Sebastián unía su destino al de Zapatero cuando el presidente era tan sólo un aspirante a la presidencia del Gobierno necesitado de clases aceleradas de economía. Ya entonces el fichaje estrella de ZP provocó más de un tira y afloja con pesos pesados del equipo del aspirante como Jordi Sevilla, cuyos consejos económicos pasaron a un segundo plano tras la llegada de este jefe de estudios del BBVA a quien Francisco González abrió la puerta de salida de la entidad bancaria.
Deseoso de convertirse en ministro de Economía, Sebastián ha tenido que conformarse con seguir a la vera de Zapatero, musitando a su oído algunas de las operaciones económicas más polémicas que ha llevado a cabo el Ejecutivo.
Suyo fue el fracasado intento de expulsar a Francisco González del BBVA con la operación Sacyr-Vallermoso, suya también se dice que es la idea de OPA hostil lanzada contra la Endesa de Manuel Pizarro por Gas Natural y La Caixa. Una intervención que aún colea y ha causado una auténtica convulsión en el mundo de las eléctricas y en el mercado internacional. La mano de Sebastián sigue meciendo esta cuna y se ha dejado ver en las recientes entrada de Entrecanales en Endesa para frenar a la alemana EON, y de Sacyr y ACS en Iberdrola.
Los consejos de este gurú económico a Zapatero han causado más de un enfrentamiento con el titular de la cartera de Economía, Pedro Solbes, y la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, quien con un “passing shot” de las féminas del partido ha logrado librarse de la soga de la candidatura capitalina.
Ni dentro ni fuera del Partido Socialista, una vez frustrada la baza de Bono, se dudaba de que la opción de María Teresa Fernández de la Vega como candidata para los comicios madrileños de 2007, era una de las apuestas más seguras y un verdadero órdago a la grande, electoralmente hablando, de Zapatero para romper la hegemonía del PP en Madrid. En el PP se sospechaba que ZP finalmente quería enfrentar a De la Vega con la “dama de hierro” del Partido Popular, Esperanza Aguirre, por la presidencia de la Comunidad de Madrid, imitando en el cambio de última hora a lo que hizo Aznar con Aguirre y Gallardón en el 2003.

Lo cierto es que la vicepresidenta ha huido literalmente de una y otra oferta , satisfecha, aseguran, con su papel de apagafuegos y sostén del Gobierno. Un brillante protagonismo en el que algunos más pensantes creían ver la razón fundamental para que el presidente pretendiera forzar su salida del Ejecutivo.
En el PSM la opción de De la Vega se ha contemplado desde el principio como un auténtico tablón de salvación al que unir la candidatura de Simancas, a quien no terminan de sonreír las encuestas. Bien es cierto que la “vice” no lograría arrancar el voto de esa derecha que no digiere los coqueteos políticos del alcalde (Bono sí), pero, por el contrario, sí concentraría a una parte del electorado de centro y, sobre todo, al votante de izquierda, lo que supondría un duro revés para IU y en concreto para su candidato Angel Pérez.
La operación De la Vega quedaba definitivamente frustrada con el “no nos moverán” de diferentes colectivos de mujeres y féminas del Partido Socialista, entre ellas Elena Arnedo (la doctora que acompañó a Trinidad Jiménez en los pasados comicios), lanzado vía e-mails y sms, reclamando la permanencia en el Gobierno de la vicepresidenta.
La negativa de las mujeres a retroceder en el escalafón ponía de nuevo a girar la ruleta del candidato, parándose definitivamente en la casilla de Manuel Sebastián, un asesor que quería se ministro y ahora aspira a la alcaldía de Madrid, con una despedida de Moncloa por todo lo alto.