Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
La dirección de Izquierda Unida de Madrid ha comenzado a poner distancia con los socialistas. Las andanadas mediáticas sufridas
por los recientemente elegidos candidatos de la coalición a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento capitalino, Gregorio Gordo
y Angel Pérez, respectivamente, han precipitado una estrategia por parte de la cúpula regional madrileña de IU consistente en marcar diferencias respecto a las políticas e intereses del PSOE.
La primera evidencia de cuan inviable es hablar en estos momentos de una sola izquierda (los socialistas vienen preconizando la gran izquierda plural e, incluso, el que fuera secretario general de CC.OO., Antonio Gutiérrez, es partidario de escenificar esta unión en las próximas elecciones generales con una única candidatura) se ha producido en las elecciones de impositores de Caja Madrid. El PSOE ha visto truncadas sus expectativas de ir cimentando el camino para arrebatar al PP su supremacía, no sólo porque su candidatura ha perdido fuerza en esta votación (y eso que algunos dirigentes socialistas apelaron en un puerta a puerta a los impositores a votar por la izquierda) sino por la división de Comisiones Obreras, que participó en esta elección con dos candidaturas.
IU de Madrid ha dado la espalda al secretario regional de CC.OO, Javier López, por los lazos que, aseguran, tienen algunos integrantes de esta candidatura, véase López Rey, Juanjo Azcona o Rodolfo Benito con el Partido Socialista. Precisamente a este último histórico sindicalista madrileño los rumores le sitúan en una de las listas del PSOE en los próximos comicios municipales y
autonómicos.
Los representantes de la coalición madrileña en esta entidad, entre ellos Moral Santín (al que las malévolas lenguas simbolizan como el osito de la Caja por los años que lleva en ella) han optado por vincularse a la candidatura de Comisiones Obreras de Fidalgo.
Un aviso a navegantes en toda regla el de la coalición de Madrid hacia sus compañeros socialistas, que tendrán que pasar la revalida electoral antes de aspirar a la presidencia de Caja Madrid, una perita en dulce que el PSOE de Simancas no logró saborear tras los comicios de 2003, al no conseguir el apoyo de IU ni de una parte de Comisiones Obreras.
Viejas historias que amenazan con hacerse nuevas y que en el caso de IU, dicen, tienen mucho que ver con “no dejarnos comer la merienda por los socialistas”, que estarían en la dinámica de controlar, según la coalición, ciertas esferas de CC.OO. Pero más allá de temas puntuales, en Izquierda Unida se lleva meses escenificando, especialmente en los municipios, un discurso diferencial
respecto a los socialistas, en muchos casos socios de gobierno de la coalición en un buen número de localidades de la región.
La privatización de servicios municipales o la tibieza socialista en el tema de las concertaciones en el campo de la educación, se han convertido en dos caballos de batalla que han tensionado, y mucho, las relaciones de estas dos formaciones políticas. Si ha ello unimos el tema Inés Sabanés (un comunicado de la dirección descubre las manos negras que ha habido en este tema), los ánimos están más que caldeados en la coalición madrileña, que, con las elecciones ya en el horizonte, se ha puesto “las pinturas de guerra”, dispuesta a no hacer muchas concesiones al discurso socialista.