Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El urbanismo en Marbella lleva años, prácticamente desde el mismo día en que llegó a la alcaldía el fallecido Jesús Gil, bajo la sombra de la duda. Durante años todo el mundo hablaba de la construcción descontrolada de viviendas, de la puesta de ladrillos en cualquier hueco posible, de irregularidades y de un largo etcétera de problemas pero a nadie le parecía demasiado grave o, al menos, eso se aparentaba si nos atenemos a que nadie con autoridad política o administrativa hacía nada por remediarlo.
Bastantes años tardó la Junta de Andalucía en tomar cartas en el asunto y retirar al Ayuntamiento de Marbella las competencias urbanísticas. Antes tuvo que pasar Jesús Gil por la cárcel, ser inhabilitado para cargo público por sentencia judicial, nombrar un valido que luego le salió rana, orquestar una moción de censura para reconquistar el poder y colocar a una alcaldesa de paja. Y ahora la situación es complicada y muy difícil de superar. No sólo por tener a gran parte del equipo de Gobierno en la cárcel y por el caos urbanístico en el que se encuentra sumida la ciudad con edificaciones precintadas ante las irregularidades cometidas, sino sobre todo por la mala imagen que se cierne sobre Marbella, una mala imagen que ha trascendido internacionalmente y que hace peligrar de manera importante cualquier posibilidad de inversión de futuro. Los inversores ya han empezado a huir tal y como alertan desde la propia Marbella.
El trabajo para recuperar el espíritu de Marbella y la imagen idílica que ha tenido durante décadas va a ser duro, trabajoso y largo y es algo que compete en la actualidad a la Comisión Gestora que rige los destinos de la ciudad pero, de manera importante, a los mandatarios que salgan de las elecciones municipales del próximo año. Van a ser tiempos difíciles pero es necesario el apoyo de todas las administraciones y, sobre todo, del pueblo marbellí, ese que muchos años también ha mirado para otro lado.