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Crisis

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Dos vicepresidentes y seis ministros viven con la amenaza de crisis pegada a sus talones. Los nombres y los cargos que representan son fáciles de enumerar. Lo difícil, como siempre, está en acertar. Las apuestas están muy igualadas entre los que creen que Rodríguez Zapatero cambiará de Gobierno de forma inmediata tras el Referéndum sobre el nuevo Estatuto de Cataluña, y aquellos que defienden que se limitará a cambiar a José Montilla, si es que el titular de Industria se convierte en el sustituto electoral de Pascual Maragall.

Para empezar el primer escollo está en el actual presidente de la Generalitat. Quiere seguir, y si el PSC no le asegura su candidatura puede prolongar la Legislatura hasta que sus actuales socios del tripartito quieran. El segundo problema lo dará el propio resultado del Referéndum, tanto por la participación como por el número de síes. Y el tercero, sin salir de Cataluña, está
en el seno del socialismo catalán, dividido entre la aristocracia republicana y nacionalista que representa Maragall, y la base de “charnegos” socialistas que representa Montilla. Y de ahí sale la pregunta que se debe hacer Zapatero: ¿sin cambio de Montilla merece la pena hablar de crisis?
Miremos ahora al resto de protagonistas sujetos a posibles cambios: si sale Montilla se piensa que Jordi Sevilla puede acceder a Industria, muy en la línea de lo sucedido con José Bono, Alonso y Rubalcaba. Otros se inclinan por uno de los hombres de Pedro Solbes, el secretario de Estado David Vegara. El titular de Administraciones Públicas aparecía como posible candidato a la Generalitat valenciana, y el propio equipo de Francisco Camps aún se lo plantea pese a todas las declaraciones y posicionamientos de Joan Ignasi Plá.

Los dos vicepresidentes sufren de la misma suerte de rumores: En Pedro Solbes se ha unido su viejo y repetido interés por dejar la Administración, y el posible “encargo” de pelear con Ruíz Gallardón. En ese cometido aparece en las últimas semanas su colega del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega, tanto para enfrentarse al alcalde madrileño como a la presidenta Aguirre. Sería una opción fuerte y de última hora, que despejaría por un lado la apuesta en la que tanto han insistido Zapatero y Pepe Blanco, pero que por otro debería tener en cuenta al ya nominado candidato a la Comunidad, Rafael Simancas, en el siempre complicado y polémico socialismo madrileño.

A las ministras andaluzas, los rumores interesados las envían de vuelta a su tierra: a Magdalena Alvarez a pelear por Granada; a Carmen Calvo a hacer lo propio en Córdoba. Las dos, al igual que le pasa al canario López Aguilar, no quieren saber nada del tema y se hacen las sordas. El caso del titular de Justicia parece más seguro, pero ya está él poniendo barreras con un aluvión de leyes a tramitar en el Congreso para hacerse indispensable.

La ministra de Vivienda no parece que tenga problemas de imagen con el presidente, aunque los tenga con la opinión pública o
publicada. María Antonia Trujillo solo abandonaría el Ministerio si el presidente de Extremadura, Rodríguez Ibarra decidiera n o
competir. No parece probable.

Falta por comprobar la estrategia de ZP en cuanto a remodelaciones de Gabinete. El tema de las elecciones anticipadas a octubre o
noviembre de 2007, a semejanza de lo que ya hiciera en tres ocasiones Felipe González, es de otra dimensión y pasa por el final de
ETA, la desdramatización de los Estatutos y un buen resultado en los comicios autonómico y municipales de mayo.

…Y en Madrid, Elvira
Pudo la presidenta Aguirre aprovechar la marcha de Dolores Cospedal para remodelar el Gobierno regional y tanto fuera como dentro del PP se esperaban los cambios. Pudo, pero no quiso. Con enorme sentido práctico, se ha limitado a conseguir que en la Consejería de Infraestructuras se siente otra mujer, Elvira Rodríguez, que tiene tanta experiencia de mando, gestión y gobierno como María Dolores. Un buen fichaje, sin duda, que despeja la candidatura de la alcaldía de Majadahonda para su actual titular, Narciso de Foxa, tras el traumático cambio del alcalde electo en 2003.

Esperanza Aguirre mantiene un discurso nacional en todas sus intervenciones y se mueve en la vida pública más como candidata
a La Moncloa que como candidata a la Puerta del Sol. Ocupa espacios que quedan vacíos desde la sede central del PP, y sus
movimientos hay que entenderlos desde esa perspectiva. Hacer una autentica crisis de Gabinete habría conllevado nuevas elecciones de colaboradores, con los consiguientes enfrentamientos internos, y abrir un flanco para los ataques desde la oposición a un año de la cita con las urnas.

Gallardón y Aguirre, por este orden, luchan en las encuestas con Zapatero y Teresa Fernández de la Vega. Los cuatro por delante de Rajoy y del resto de líderes una vez que ha desaparecido José Bono. Esa percepción social tiene mucho que ver con lo que está pasando y moviéndose dentro del PP y con las acciones que se articulan y dirigen desde la dirección del PSOE. Madrid es clave en las elecciones. Quien gane y quien pierda en este territorio, que es hoy por hoy el motor de España, tendrá mucho ganado
o perdido en las generales del 2008. Con crisis ministerial de Rodríguez Zapatero por medio, o suma y sigue del ejemplo Esperanza…

raulheras@retemail.es