Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
La llegada de la gente de Alberto Ruiz-Gallardón al Ayuntamiento de la ciudad ha supuesto una importante renovación en algunos de los puestos claves de la corporación. En algunos casos, el cambio o el despido era algo cantado. Se consideraba al sujeto anterior como “demasiado cercano a José María Alvarez del Manzano”, que era considerado antiguo, carca y aburrido.
Llegaron los liberadores y expulsaron a algunos de los suyos, pero también a la oposición de los consejos de administración de algunas empresas públicas.
El objetivo, dijeron en el caso de la oposición, era gobernar con mayor libertad. Para otros era tapar. Además en las empresas públicas han establecido un órgano que limita mucho el control de las empresas.
Pero ha sido injustificable el cambio de algunos técnicos municipales, que aunque pensaben de manera cercana al PP de Manzano eran profesionales excelentes que lo único que querían era ejercer su trabajo con libertad.
Uno de los casos más llamativos fue el de los jefes de los bomberos, Pedro Gallardo y Juan Redondo. Eran dos excelentes profesionales, que debían oler a naftalina, pero que estaban, como no, en la noche del Windsor y en otras muchas noches.
Los sustitutos eran hombres profesionales como los anteriores y, según sus defensores, eran el no va más entre los bomberos españoles. Pues han durado dos años porque el equipo del PP de Gallardón les quería aplicar la teoría de los parquímetros, es decir aquí mando yo y luego yo, es decir Pedro Calvo.
El concejal del PSOE, Oscar Iglesias, decía hace unos días: ¿Cuánto va a aguantar el alcalde los caprichos de este concejal y sus amigos? No creemos que mucho tiempo.
Calvo no era mal gestor cuando estaba en la Comunidad, porque hablaba. Pero parece que él y su equipo han perdido la voz, o las ganas de negociar.
Prefieren imponer. Desde el Ayuntamiento se ha querido decir que los últimos jefazos de los bomberos dimiten de sus puestos por dinero. Calvo debe cambiar y retornar a sus orígenes cuando era una persona dialogante y moderna, con ganas de construir y no de destruir el diálogo.