NATALIA AGUIRRE

¿Qué incidencia puede tener en el mercado inmobiliario el surgimiento de la Plataforma por una Vivienda Digna?
Depende del cariz que tomen sus reivindicaciones y sus protestas. En principio, sólo han protagonizado una sentada convocada por Internet para reclamar el acceso a una vivienda. Sin embargo, no hay que olvidar que este movimiento surge por imitación de la movilización juvenil contra el contrato del primer empleo que, al final, obligó al Gobierno de Villepin a retirarlo, después de un duro pulso político que perdió.

¿Quiere decir que si sigue creciendo puede convertirse en algo parecido a lo de Francia?
No, pero sí se detecta un cierto hartazgo de los jóvenes. Hasta ahora había una especie de conformismo que parece que se ha roto. Pero todavía no hay indicios suficientes para saber si este movimiento va a ir a más o es algo puntual, un efecto contagio tardío por lo que ocurrió en París.

La solución para los jóvenes, los alquileres baratos y las vivienda sociales, tampoco están cumpliendo objetivos.
Efectivamente. Acaban de cumplirse siete meses desde la puesta en funcionamiento de la Sociedad Pública del Alquiler y no se han cumplido las expectativas en absoluto. Se habla de 35.000 familias, pero eso es un número claramente insuficiente. Eso no resuelve el problema en absoluto, ni introduce ninguna distensión en el los precios del alquiler; es puramente testimonial.

Tampoco se está promoviendo VPO al ritmo prometido
Tampoco. El problema de la vivienda protegida es muy complejo y nadie se atreve a meterle mano. Las empresas privadas no promueven VPO porque no les salen las cuentas. Con las viviendas de precio libre subiendo un 12% anual, a ver qué promotora hace VPO. Y las comunidades autónomas tampoco están articulando políticas de vivienda eficientes.

Sin embargo, el ritmo de endeudamiento hipotecario crece a tasas superiores al 25%. Si los jóvenes no están accediendo a la vivienda, ¿quiénes son los demandantes?
Hay un número importante de jóvenes que no supera el umbral de acceso a la vivienda, pero eso no significa que los jóvenes no sean adquirientes. Los precios de los pisos está retrasando la emancipación y los que consiguen acceder a una vivienda son parejas que tienen que destinar hasta un 60% de sus dos sueldos a pagar la hipoteca. Y eso, alargando los plazos de los préstamos y el porcentaje a financiar. Y eso es un círculo peligroso.