FIRMAS

Siglo y medio de Freud

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El nacionalismo, el marxismo, el nacionalsocialismo alemán y el psicoanálisis se reparten las víctimas del siglo XX, que será recordado por el horror que atraviesa la vida de millones de personas arrojadas al pudridero de la historia para probar que las teorías que animaron su matanza no eran capaces de producir más que mugre, crimen, corrupción moral y una literatura infumable. Estos días vuelve a aparecer en los suplementos dominicales el circo imaginado por Freud sobre las razones de nuestra infelicidad.

La política, el cine, la vida cotidiana, la sexualidad, el arte, han trabajado durante este siglo y medio como si los hombres no nos hubiésemos podido liberar del deseo de matar a nuestro padre para acostarnos con nuestra madre, difundiendo una terapia interminable que sólo ha servido para aumentar el egocentrismo de sus pacientes.

El primer siglo y medio de Freud solo puede provocar perplejidad. ¿Cómo es posible que una teoría tan vacía, construida sobre un cúmulo de anécdotas convertidas en categorías, haya dominado la vida cultural de tantos países? La única explicación es que el psicoanálisis es difícilmente refutable, porque puede decir todo y su contrario, se trata de una teoría hueca, y como tal capaz de ser adaptable a todo, y en un grado sumo. Frank Cioffi, autor de un provocador documental sobre el padre del psicoanálisis (“¿Era Freud un mentiroso?”) concluye que “el movimiento psicoanalítico en su co junto es uno de los movimientos intelectuales más corruptos de la Historia”. Quien quiera bucear en las culpas, y la extraña pervivencia de esta pseudociencia, se puede acercar a “Le livre noir de la psuchanalyse”, editado en Francia con la colaboración de un grupo de expertos en psicología, psiquiatría e historia de las ideas, algunos de ellos fervientes freudianos en los años 60 y 70, tan desastrosos para la cultura y la salud mental europeas. Sirva de ejemplo un capítulo en el que Jean-Jacques Deglon, experto en drogodependencia, culpa al psicoanálisis de impedir durante años la adopción de la metadona como remedio para un mal que no radica en la infancia, ni en pulsiones frustradas de los toxicómanos.