Rivero y Sanahuja caminan hacia un empate en el Consejo de Metrovacesa

11/05/2006.- Las Cajas de Ahorros toman protagonismo en la guerra de ofertas abierta por la toma de control en Metrovacesa. Tras la última OPA planteada por Joaquín Rivero y Bautista Soler, por el 26% de las acciones y a un precio de 80 euros por título (como adelantó este periódico hace quince días), estas entidades, que suman una participación del 17,9%, tendrían en sus manos la solución del conflicto abierto entre la actual directiva y la familia Sanahuja, si finalmente ambos grupos se hacen cada uno con el 40% de la compañia. Rivero se mostró incrédulo ante la posibilidad de que los accionistas acudan a las dos ofertas planteadas ya que “suponen estrategias de negocio absolutamente distintas”. El presidente de la compañía hizó hincapié en que su intención es volver a poner las acciones en el mercado, “para que en el futuro ningún inversor tenga más del 10%”. El objetivo de esta medida sería el de preservar la independencia del Consejo de Administración a la hora de tomar decisiones.

El resultado de la guerra de ofertas abierta en torno a las acciones de Metrovacesa ofrece un escenario prometedor para las Cajas de Ahorro que forman parte de su accionariado. En el caso hipotético de que triunfasen las dos ofertas planteadas, la del 26% presentada por Joaquín Rivero y Bautista Soler y la del 20% planteada por la familia Sanahuja, el apoyo de las cajas de ahorros resultaría fundamental.

Caja Castilla La Mancha, Caja de Ahorros del Mediterráneo y El Monte, a través de su presidente José María Bueno Lidón, aglutinan el 11,9% del accionariado de la inmobiliaria, por lo que sus títulos permitirían a Rivero y Soler alcanzarían el 50,18%, siempre que la oferta presentada a 80 euros por título salga adelante. Los Sanahuja, por su parte, se harían con una participación similar, del 50,29%, si a sus acciones sumamos el 20% ofertado y los títulos de Bancaja, entidad que posee el 6% de Metrovacesa.

Primeras reticencias.- No obstante, Rivero y Soler se mostraron de acuerdo en afirmar que esta situación no sería posible en la práctica. El presidente de la inmobiliaria, afirmó que “no es posible que un accionista quiera acudir a ambas ofertas, ya que representan estrategias de negocio absolutamente distintas”. Respecto a la posibilidad de que ellos mismos hayan entablado conversaciones con el resto de los accionistas, reconoció que no han existido. “Es necesaria una gran velocidad para articular este tipo de operaciones y los accionistas institucionales no pueden actuar a este ritmo”, reconoció. La agilidad a la hora de tomar decisiones resulta decisiva en estos movimientos como puso de manifiesto el hecho de que la contraopa fuese presentada ante las autoridades competentes con tan sólo veinte minutos de antelación, respecto a la mejora de la oferta presentada por Sacresa.

Rivero no dudo en confirmar que la contraopa presentada “es defensiva” y, a diferencia de la oferta de los Sanahuja, nace con la pretensión de distribuir posteriormente las acciones, en vez de controlar la empresa unilateralmente. “Lo que no queremos que hagan otros, no lo queremos hacer tampoco nosotros”. Su intención es que el Consejo de Administración “siga siendo un lugar en el que las decisiones se toman por unanimidad de los miembros, como hasta ahora, y no de modo unilateral por la decisión de un accionista mayoritario”. El presidente de la primera inmobiliaria del país, junto a Juan Bautista Soler, confirmó que “intentarán evitar que en el futuro ningún inversor posea más del 10% del accionariado”.

Nuevas alianzas.- Después de sentirse traicionado por la familia Sanahuja, quienes acudieron en su ayuda para enfrentarse a la oferta planteada por los italianos Quarta y Astrim, Joaquín Rivero cuenta con un nuevo compañero de viaje. Se trata de Bautista Soler Crespo, dueño del 5,6% del capital y cuya hija Victoria cuenta con un asiento en el Consejo de Administración.

A través de su propia compañía, fundada en 1953, Soler ha promovido un total de nueve mil viviendas. Desde 1980, soler puso su punto de mira en los cines madrileños, convirtiéndose en el propietario de 46 salas distribuidas por la capital, entre las que destacan el Palacio de la música y los reconvertidos teatros Coliseum y Lope de Vega.