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Boquitas calientes de solemne hojalata

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Antes de hacer la ola en Afganistan, el presidente del Gobierno cerró el contraataque socialista junto a ministros y alcaldes madrileños, con la boca muy caliente y el gesto embravecido. Lo mismo que hizo el presidente del PP y líder de la oposición. Zapatero y Rajoy querían cerrar el año en loor de los suyos. Y lo consiguieron imitando a los personajes inventados hace 36 años por el argentino Manuel Puig.

En 1969, la novela "Boquitas pintadas" convertía en crónica de actualidad el amor y el desamor, la felicidad y la enfermedad, y entre el tango y el bolero pasaba del rojo carmesí al azul violeta. Eso es lo que llevan seis meses haciendo socialistas y populares, traspasándose pasiones y decepciones a partes iguales.

Don Mariano estaba antes de los calores de agosto en la decepción de los suyos, y en las cenas de Navidad se ve que les enardece y apasiona cuando suelta frases tan sublimes dirigidas al jefe del Ejecutivo como "bobo solemne", mientras le reta a subirse a la tribuna de oradores del Congreso y enfrentarse con él en un duelo a primeras palabras.

Y don José Luís, que se cansó de recibir estopa durante todo un trimestre, sacó a sus generales al campo, les hizo recorrer todas y cada una de las líneas de su ejército de fieles, y cerró el desfile colocando en su pecho todas las medallas de una negociación europea que nos va a costar un riñón (y hasta los dos si hacemos casos al análisis y las palabras de Tony Blair y de Angela Merkel) y llevar a los suyos al enardecimiento con su dictamen sobre el "patriotismo" del jefe del PP: es de "hojalata".

Debate de altura como no podía ser menos, de gran profundidad en los temas de debate y mayores dosis aún de esgrima dialéctica, con gran riqueza en el lenguaje hablado y en el corporal, que para comprobarlo basta con ver los videos y reportajes gráficos de las matinales y cenas protagonizados por ambos contendientes en el territorio de la Comunidad madrileña.

Así han despedido el año y así van a comenzar el crucial 2006, que ya es preelectoral y viene con el cierzo del invierno soplando desde Bruselas y desde Irak. Desde la capital comunitaria porque nos hemos quedado en los huesos de las ayudas europeas por más disfraces que le pongan al esqueleto, y por más que tenga que salir el bombero Solbes a explicar lo "bien " que nos ha ido, dando las gracias por seguir manteniendo en la suma de ingresos y gastos un pequeño saldo favorable a nuestros colores.

Y desde la capital invadida y controlada por Estados Unidos porque hemos comprobado no sólo que nuestros soldados (antes de regresar tras el triunfo de ZP el 14 de marzo del 2004) dispararon y mataron a iraquies. Parece que se adentraron en el camino sin retorno de la tortura y eso es mucho más grave. Disparar puede ser un acto de legítima defensa ante un ataque o una situación de máximo riesgo, como las que vivieron nuestras tropas antes, durante y tras la caída de Sadam Hussein. Torturar en busca de información o para quebrar la moral del enemigo repugna a cualquiera que desee llamarse demócrata.

Así están las cosas. Haciendo la ola con los soldados ZP se apunta al glamour de trincheras que tan bien y con tanta dedicación practican los dirigentes norteamericanos cuando aparecen por los frentes de batalla. Y lo hace, además, llevando a los ministros reconciliados a su derecha, Bono, y a su izquierda, Moratinos. ¿Cabe felicidad más completa?.

Para el presidente del Gobierno, España va mejor que bien. Cerramos el año 2005 con superávit en las cuentas públicas, con diez mil millones más en los fondos de la Seguridad Social y con un país que aún va a asombrar más al Oriente y al Occidente. Para el jefe de la oposición, España está mal dirigida y peor gestionada y cada día que pasa nos acercamos más a la catástrofe.

Y menos mal que a los nacionalistas les ha dado por el reposo y hablan con traquilidad de retirar el Estatuto catalán del Congreso si no se cumplen unos mínimos, y dejar que sea el tiempo el que coloque a cada cual en su sitio. Me refiero a los nacionalistas como Carod Rovira o Duran Lleida, no al nacionalista Maragall que anda siempre colocando en la balanza a España y Cataluña como si de dos pesos similares se tratara. Los suyos, los socialistas, no saben muy bien qué hacer con él, y algunos sospechan que su secretario general no sólo lo sabe, sino que se lo ha explicado al que puede sucederle al frente de la Generalitat, el convergente Artur Mas.

Vuelvo a la novela de Manuel Puig y a sus personajes: aman y mueren en rojo y azul, con sus boquitas pintadas y la falta de un beso que les redima. No se escapan del folletín en el que el autor les ha metido y se quedan de "solemne hojalata" en el panteón de la desesperanza. Zapatero y Rajoy atraviesan ese sendero y corren ese mismo peligro. Quedarse los dos de señorones de hojalata, muy bien pulida, pero endeble y frágil hojalata.

Y muy solemnes en el gesto, bien tapada la calvicie con la recreada imagen de la modernidad del presidente; y mal rasurada la trasnochada progresía barbuda del líder de la oposición. Son capaces de mejores papeles y es de esperar y de desear que los encuentren a lo largo y ancho del 2006. !Pobres de nosotros si no lo logran!. !Qué año nos espera!.

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