Gema Fernández
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Sin apenas haber digerido la adquisición de Vallehermoso, hasta ahora una de las principales inmobiliarias del país, de la Empresa Nacional de Autopistas (ENA), y de la lusa Somague, la constructora Sacyr (ahora Sacyr Vallehermoso, el quinto grupo constructor nacional) se lanza a la conquista de un gigante de las finanzas: nada más y nada menos que el segundo banco español, BBVA.
Y no se conforma con poco, el equipo directivo encabezado desde hace un mes por Luis del Rivero pretende entrar por la puerta grande de las finanzas. Su intención es tener el poder suficiente como para tener voz y voto en la elección del nuevo presidente de la entidad financiera, si es que finalmente se ‘retira’ del cargo a Francisco González, como más de una voz comenta en los llamados ‘mentideros económicos’.
Hace casi dos décadas que un grupo de ingenieros curtidos en Ferrovial decidieron abandonar el grupo de la familia Del Pino y fundar su propia constructora, Sacyr, con un capital inicial de 250.000 euros. La obra civil fue su punto de partida, amparada entonces (al menos eso se dice), por el PSOE, que había ganado sus segundas elecciones por mayoría absoluta. Fue entonces cuando llegaron los inversores, como Juan Abelló o Demetrio Carceller. Dieciocho años después, el panorama de la empresa ha cambiado muchísimo. Ahora cotiza en Bolsa (uno de sus grandes sueños hasta que se hizo con Vallehermoso), y se codea con las grandes del sector, incluida la compañía de la que surgió.
Las fronteras no parecen existir para este grupo de empresarios que, si consiguen hacerse con una participación del BBVA valorada en 2.100 millones de euros, pasarían a tener un papel muy importante en una de las principales operaciones urbanísticas de Madrid, la prolongación de la Castellana, en manos de Duch, una entidad de la que el BBVA controla el 72%. Además, hay que tener en cuenta la recién creada Anida, la inmobiliaria del banco, que ha invertido en varios desarrollos en Madrid, Zaragoza y Málaga, que suponen más de 700.000 metros cuadrados de edificabilidad.
Como ya ha ocurrido en este sector en otras ocasiones, David se ‘come’ a Golliat.