La contraportada
Mónica Figueres/ Madrid
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Las “earthships”, construidas a base de material reciclado, llantas de coche o residuos, están consiguiendo abrirse un hueco en el mercado residencial de las grandes ciudades. La utilización de materiales que contribuyen con el cuidado del medio ambiente está convirtiéndose en objeto de estudio e investigación.
Lo moderno no es siempre lo más innovador o, al menos, no tiene por qué ser un descubrimiento. En algunas ciudades de Estados Unidos, Alaska, México, Inglaterra y Escocia ya han empezado a construir legalmente viviendas con materiales reciclados, basuras y neumáticos. La finalidad de estas “earthships” (conocidas también como “ecocasas”) es fundamentalmente el ahorro, tanto en el uso de la energía como en los materiales. Pero lo cierto es que este tipo de residencias existe desde hace muchos años, poblando la mayoría de las ciudades de los países en vías de desarrollo, y agrupadas en barrios chabolistas en el “primer mundo”. Lo más paradójico de todo esto es que, ahora, una vez que se ha demostrado que son una nueva e importante manera de contribuir con el medio ambiente y el reciclaje y que consiguen ahorrar el 90% de la energía que normalmente se requiere en la construcción de una casa, están empezando a aparecer en algunos lugares como artículos de lujo.
El earthship es un modelo arquitectónico de vivienda autónoma desarrollado desde hace más de treinta años a partir de los trabajos originales de Michael Reynolds. Se basa en cuatro pilares fundamentales: la orientación de la casa hacia el sur, el uso de llantas usadas, colocadas en posición horizontal y rellenas de tierra compactada, la utilización de energías renovables y la instalación de sistemas de captación y almacenamiento de agua y de tratamiento de aguas residuales. Pero esta no es la única novedad que se está dando a conocer en los últimos años en cuanto a materiales y sistemas de construcción especialmente baratos. El arquitecto iraní Nader Khalili lleva años desarrollando una técnica que, por el momento, parece no interesar a gobiernos y empresarios. Ante la amenaza continua de terremotos que existe en algunos países como Irán, Khalili ha diseñado un tipo de vivienda en forma de cúpula que resulta casi indestructible por los seísmos de gran intensidad. Los materiales que utiliza son básicamente sacos de arena y alambre de púas, que se colocan de forma circular en bolsas tubulares, unas encima de otras, para construir las paredes. Cada recinto redondo hace las funciones de habitación y tiene un aspecto similar al de los reactores nucleares.
También en España se están haciendo grandes y originales avances en cuanto a materiales de construcción se refiere. Cristina Casadevall, una estudiante catalana de sólo 18 años ha inventado un conglomerado de cáscaras de frutos secos y resina que podría ser un elemento muy útil como aislante en edificios o como revestimiento. Empresarios, arquitectos y profesionales se han interesado por el trabajo de Casadevall, pero ella ha decidido seguir trabajando personalmente en su invento.
Los tres sistemas constituyen una esperanza para el medio ambiente, para el ahorro energético y para el precio de las construcciones, pero habrá que esperar para ver si realmente son prácticos y, lo que es más importante, si quienes tienen capacidad para darles salida y seguir desarrollando nuevos métodos, están interesados en implantar “inventos” que supondrían un ahorro y modificarían sustancialmente este mercado.