pasaba por allí/Olga Heras
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Las elecciones del 26-O van a marcar el futuro político de los candidatos, pero también van a ser claves a la hora de determinar el grado de liderazgo que Esperanza Aguirre, Rafael Simancas y Fausto Fernández tengan tras los comicios en sus propias organizaciones.
Muchas son las variables a aplicar respecto a los cabezas de lista del PP, PSOE e IU, una de ellas el previsible triunfo por mayoría de Esperanza Aguirre, tan aireado en los últimos sondeos. Una victoria que de producirse tendrá como principal afectado al inquilino de la Casa de la Villa, Alberto Ruiz Gallardón.
Sí Aguirre se rige por los mismos parámetros que aplicara su antecesor en el gobierno autonómico en sus relaciones con el Ayuntamiento capitalino, Ruiz Gallardón tendrá que mantener un duro pulso con su compañera de partido para evitar que su figura, tal y como le ocurrió en su día a Alvarez del Manzano, quede eclipsada en beneficio de la gestión autonómica.
Otro handicap al que podría tener que hacer frente el actual regidor madrileño, estaría representado en el equipo que conforme la todavía candidata popular, en el que previsiblemente se dará cabida a significativos nombres del anterior gobierno autonómico, tales como Luis Eduardo Cortés, Luis Peral o José Ignacio Echaniz, todos ellos damnificados del actual presidente en funciones de la Comunidad de Madrid.
Ninguno de los tres entró en las quinielas de Gallardón en su traspaso a la alcaldía de Madrid, quedándose a merced de un futuro incierto hasta que Aguirre les rescato. Ello, sumado a los “contenciosos” personales que alguno ha mantenido en los últimos años con el mandatario autonómico, hace previsible que las relaciones entre la Real Casa de Correos y la Casa de la Villa no vayan a ser tan fluidas como cabría esperar.
En el caso contrario, es decir que Esperanza Aguirre perdiera las elecciones, la candidata popular, ex ministra de Educación y ex presidenta del Senado, sufriría un duro revés en la proyección de su carrera política, quedando abocada a una “jubilación” forzosa, que bien podría llevarla a convertirse en senadora en virtud de la cuota territorial que aporta cada partido a la Cámara Alta.
También Rafael Simancas se enfrenta a una difícil encrucijada el próximo 26-0. Si tal y como predicen las encuestas, el líder del PSOE madrileño pierde peso respecto a las elecciones del pasado 25 de mayo, el candidato socialista y secretario general de la FSM tendrá que hacer frente a toda suerte de críticas internas, acalladas momentáneamente durante la campaña electoral.
Decisivo será, no obstante, el margen que le separe de la candidata popular. Sí la derrota se produce por uno o dos diputados, Simancas tendrá todavía una oportunidad de afianzar su liderazgo apoyado en los órganos Federales de su partido. Si, por el contrario, los socialistas pierden en las urnas cuatro o más diputados, al líder socialista le sería muy difícil mantener su liderazgo en el PSOE madrileño, en el que su reelección como candidato encontró cierta resistencia por parte de determinadas familias de la FSM.
Aún así, Rafael Simancas contaría en principio con el balón de oxígeno de las elecciones generales de marzo para mantener su posición como jefe de filas del PSOE regional, ya que a pocos meses de otro proceso electoral es previsible que Ferraz ponga todos los medios a su alcance para impedir que se desate un conflicto interno en una de sus más significativas, a la vez que problemáticas, federaciones. En ese tiempo el secretario regional de la FSM tendría que hacer hincapié en ejercer un control más férreo sobre las agrupaciones, algo que también se producirá a buen seguro sí resulta victorioso.
Similares problemas internos puede tener que afrontar el candidato de IU, Fausto Fernández, cuya posición minoritaria respecto a otras corrientes dentro de la coalición podría pasarle factura tras los comicios. En el caso de que IU, tal y como se desprende de los sondeos, supere los resultados de los últimos comicios, en los que obtuvo nueve diputados, el tan medido equilibrio de fuerzas con el que se trazó la lista autonómica se verá irremediablemente distorsionado, al haber en el grupo de diputados un predominio de la línea del sector mayoritario.
Alcanzar los diez u once escaños serviría para dar entrada en el Hemiciclo vallecano a Basilia Vara (adscrita a la mayoría de Angel Pérez) y al veterano Franco González, respectivamente. Sí a ello le sumamos que la lista pueda correr en un momento dado, si finalmente se produce la tan solicitada dimisión de Suárez Machota, otro hombre fuerte del sector mayoritario del anterior coordinador regional, Gregorio Gordo, obtendría escaño, debilitando aún más la representatividad de los afines al candidato de la coalición.
Fernández tendría así algún problema para marcar las directrices dentro de su propio equipo, dificultades que pueden verse acentuadas sí el tándem PSOE-IU no consigue finalmente formar gobierno. Un desgaste para el jefe de filas de Izquierda Unida, que más tarde puede tener, según parece, una traslación al ámbito ÕBxa dirección regional de esta formación.