AUTONOMÍAS

El equilibrio financiero de la operación de Abandoibarra se tambalea

La Diputación de Vizcaya renuncia a la torre complicando futuras actuaciones

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Justo antes del comienzo de las vacaciones de agosto, la Diputación de Vizcaya anunciaba su renuncia a la gran torre de Abandoibarra, que estaba destinada a albergar todas las oficinas forales diseminadas por la ciudad. Aunque el Ayuntamiento de Bilbao ya ha recalificado siete edificios para facilitar la operación, el alto coste de la misma ha hecho que finalmente la Diputación renuncie a sus deseos.

Garbiñe Esteban
Bilbao

Si hay una zona en Bilbao que se está transformando profundamente es sin duda la de Abandoibarra. El terreno comprendido entre el museo Guggenheim y el Palacio Euskalduna de Congresos y Exposiciones estaba ocupado no hace muchos años por playas de contenedores, vías de trenes de mercancías, grúas y edificios industriales. Hoy va adquiriendo un aspecto totalmente opuesto, caracterizado por parques de diseño y edificios de autor.
En un “macroplan” diseñado por el arquitecto argentino César Pelli, que comprende edificios de viviendas y oficinas, un hotel de lujo, un centro de ocio, amplias zonas verdes y otros inmuebles de uso educativo, destacaba sin duda una torre que estaba llamada a ser el emblema del nuevo Bilbao. Un gran rascacielos de 35 pisos y 60.000 metros cuadrados de superficie que albergaría todas las oficinas de la Diputación foral, hoy repartidas por diferentes edificios de la ciudad. De hecho, el propio Pelli fue el elegido para diseñar la torre, teniendo en cuenta su experiencia en este tipo de edificios y su profundo conocimiento de todo el entorno de Abandoibarra.
La operación, requería importantes maniobras urbanísticas. Además, para que la Diputación pudiera adquirir el edificio, tenía que emprender una ambiciosa operación en la que saldrían a la venta un total de 27 inmuebles de su propiedad. Para favorecer la venta de los edificios forales el Ayuntamiento recalificaría la mayor parte de ellos, algo que ya es un hecho en el caso de siete de los inmuebles.
Bilbao Ría 2000, la encargada de coordinar el desarrollo urbanístico de Abandoibarra, y la operación de traslado de la Diputación a la nueva torre, ingresaría en sus arcas unos 40 millones de euros, que sería el precio del suelo a pagar por la Diputación. Estos ingresos son de gran importancia para el desarrollo de otros planes de la sociedad, como el propio remate de Abandoibarra, o los proyectos de Basurto y Olabeaga, con el nuevo acceso a Bilbao por carretera.
En estas circunstancias es fácil comprender el enfado del Ayuntamiento bilbaíno y la delicada situación de Bilbao Ría 2000. Las razones que la Diputación esgrime para su espantada parecen comprensibles. La cifra final que la institución foral debería afrontar para su traslado, con la ampliación de superficie que se había solicitado anteriormente y con el incremento del precio del suelo, asciende a 246 millones de euros, frente a los 97 millones que se barajaban en un principio. Parecía que esta cifra inicial podría cubrirse sin problemas con la venta de las sedes forales una vez recalificadas, junto con algún pequeño esfuerzo económico, pero los últimos números son inaccesibles para la Diputación. Así lo ha señalado su nuevo máximo responsable, José Luis Bilbao, quien explica que se trata de una suma “muy elevada”.
La parcela no se había comprado todavía, ni se había encargado el proyecto definitivo, por lo que la Diputación considera que no hay ningún problema en echarse atrás en esta cuestión, a pesar de que ya se han desembolsado 733.000 euros en concepto de estudios preliminares.
Respecto al equilibrio financiero de Bilbao Ría 2000, el diputado general ha asegurado que no se pondrá en peligro, aunque todavía no ha concretado fórmulas que compensen el inesperado cambio. Por su parte, el alcalde de Bilbao que es a la vez presidente de Bilbao Ría 2000, ha calificado de “golpe” la decisión de la Diputación, a la vez que ha reprochado este anuncio después de varios años de trabajo siguiendo las exigencias del ente foral.
Sin duda, este otoño se hablará mucho de la torre de Abandoibarra, -¿ destinada a no pasar de una maqueta?-, y de las posibles formas de mitigar el impacto en el proyecto global de Abandoibarra, así como de posibles repercusiones en otros planes de la metrópoli.