Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Se ha empezado a percibir en determinadas zonas un aire de optimismo en el sector inmobiliario español. Se ha pasado tan mal en los últimos ejercicios que, cualquier mejora aunque sea pequeña, vale para levantar el ánimo de todos los actores intervinientes y enfrentarse al futuro con más fuerza y confianza. La referencia para comparar es tan baja en los últimos dos años y medio que todos vemos mejoría en cuanto se generan ventas, por pequeñas que sean. Pasará algún tiempo hasta que se recupere un mínimo aceptable de producción en el sector inmobiliario pero, para que eso se produzca, antes hay que vender lo que ya está terminado y lo que se encuentra en manos de las entidades financieras.
Este año, del que ya hemos pasado el primer trimestre, va camino de convertirse en el punto de inflexión en el que el sector inmobiliario toque fondo y abandone la crisis que tan tocadas ha dejado a muchas empresas. Y hay que aprender la lección de lo que ha pasado durante el momento de expansión y tratar de que no se vuelvan a repetir los errores. Aunque las penas se olvidan pronto y algunos habrá que tropiecen por segunda vez en la misma piedra como ya pasó tras la anterior crisis, salvando las distancias, ya que la de ahora es una crisis puramente financiera y con un alto endeudamiento. En los ochenta se compraba el suelo y se emprendían los proyectos prácticamente sin financiación pues no se podía de otra forma debido a los altos tipos de interés. En un año, hubiera desaparecido cualquier margen de beneficio. Ahora, sin embargo, se ha comprado el suelo, desarrollado los proyectos e, incluso, se han comprado empresas con financiación, lo que ha agravado la crisis.