FIRMAS

Aznar entra y sale cuando quiere

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Todos los militantes y simpatizantes del Partido Popular que acudieron a la llamada del ex presidente del Gobierno a la cena del partido en Alcobendas, en Madrid, salieron convencidos que si José María Aznar no vuelve a la política -que no lo va a hacer, estén ustedes seguros- es porque no quiere. Desde fuera maneja los hilos que llevarán a su mujer, Ana Botella, a la alcaldía de Madrid, y que decidirán -si Mariano Rajoy pierde las elecciones- quién va a ser su sucesor, por encima de las controversias entre Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre.

Por ahora, Aznar no manifiesta todavía sus preferencias, ni lo va a hacer hasta que no se conozca el futuro de Rajoy, que podría incluso ganar las elecciones y frustrar de un golpe todas las aspiraciones de los aspirantes. Prefiere callar y no otorgar. Hasta Gallardón, que pensaba que tenía el apoyo explícito del boss, para entrar en la competición, se equivocó.

Esperanza Aguirre que aprovechó los momentos más tranquilos de la cena de Alcobendas para charlar un rato con Aznar, tampoco consigue romper la sonrisa de la esfinge sagrada, aunque sabe que si quiere tener alguna oportunidad en un futuro debe contar con el placet del ex presidente, al que se nota que respeta mucho.

Allí estaba, junto a Aznar, su esposa, Ana Botella, que sigue siendo hoy por hoy uno de los apoyos más fuertes con los que cuenta Gallardón para mantener vivas sus esperanzas.

Aznar demostró que sigue siendo tan tímido y distante como lo ha sido siempre, con mucha capacidad de hacer seguidores y muy poca de hacer amigos. Admirador de George Bush y de los norteamericanos, frente a los "timoratos" y "teóricos" europeos, Aznar se ha pasado gran parte de su vida política descubriendo que los tópicos sobre los que se movían las filias y fobias de la derecha española eran falsos: la animadversión hacia los Estados Unidos y las simpatías por Fidel Castro, era una de ellas. Eso le llevó a no pensar las consecuencias que le iba a provocar su famosa foto de las Azores.