UNA OBRA LIMPIA ES UNA OBRA RENTABLE
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Presidente de Napisa
Según los expertos del panel intergubernamental de cambio climático de la ONU nos quedan pocos años para reaccionar de forma inmediata ante el deterioro del planeta. El reto es considerable y nos implica a todos. Conscientes del creciente interés existente en nuestra sociedad por temas como el cambio climático, el respeto al Medio Ambiente y la mejora de nuestro entorno, y teniendo en cuenta que la actividad constructora puede alterar tanto positiva como negativamente nuestro espacio vital, resulta indispensable implantar una política de gestión medio ambiental que se cumpla de manera absoluta por parte de la dirección, la plantilla, los subcontratistas y proveedores.
Para ello, es fundamental impulsar un proceso de formación integrando estos nuevos factores y lograr así una mayor sensibilización hacia este tema. No se trata tanto de vigilar sino más bien de implantar un cambio cultural en los trabajadores y subcontratistas para que su motivación se traduzca de forma voluntaria y natural en el trabajo diario. Su colaboración es imprescindible para que nuestra política de gestión medioambiental se cumpla en su totalidad.
Resulta evidente que una obra limpia es una obra más rentable, que ofrece un beneficio directo para la compañía, un beneficio comercial ya que supone un valor competitivo añadido y naturalmente, un beneficio para la sociedad. Se trata de convertirse en una empresa ciudadana capaz de entender y respetar las necesidades de su entorno.
Los sistemas de gestión ambiental basados en la norma 14001:2004 permiten incorporar el medio ambiente a la gestión general de la empresa, dotándola de una metodología de trabajo para dar cumplimiento a la legislación vigente y sistematizando las buenas prácticas que mejoran su imagen, ahorran costes y aseguran la mejora continua en obras y oficina. En primer lugar, es importante analizar y sopesar el impacto ambiental ocasionado por las actividades, recursos e infraestructuras de la empresa sin olvidarnos de los subcontratistas y proveedores. En segundo lugar, la compañía debe comprometerse a realizar una evaluación periódica de los efectos de sus actividades, prevenir y minimizar la contaminación derivada de sus servicios.
Otro punto inevitable es la reducción, reutilización y reciclaje de los residuos generados. Se tratan todo tipo de residuos: residuos peligrosos, residuos sólidos urbanos y residuos de construcción y demolición. Éstos últimos se tienen que tratar también a través de un gestor autorizado dejando perfectamente documentado el destino final del residuo.
Para identificar las potenciales situaciones de emergencia y para prevenir o reducir el impacto de las mismas en el medio ambiente, las constructoras han de establecer unos planes de emergencia sistemáticos que deben ubicar en oficinas y casetas de dirección de las obras.
Cabe mencionar asimismo que la revisión y actualización de los requisitos legales y otras normativas a este respecto son imprescindibles y se deben hacer con bastante frecuencia.
Hoy en día, las preocupaciones medioambientales son mayores y una constructora no puede pretender crecer en su sector sin tener en cuenta estos aspectos. Las constructoras deben tratar de minimizar al máximo el impacto medioambiental que generan. No sólo nos referimos a unos valores éticos y una conciencia social sino también a la propia supervivencia de la empresa dentro de un mercado cada día más competitivo que deja apartado a quien no se sube al tren en marcha.