El inmueble variaría de forma importante la estética de la línea del horizonte
Carlos Moraga | Lunes 20 de octubre de 2014
27/12/2007.- El diseño de la nueva sede de la rusa Gazprom en San Petersburgo ha despertado la oposición de grupos ciudadanos y de arquitectos, por romper el urbanismo tradicional de la ciudad.
Si las cosas siguen como últimamente, pronto podremos acuñar una nueva frase hecha que afirme que, igual que "no hay dos sin tres", no hay proyecto arquitectónico de envergadura que no venga acompañado de una considerable polémica. Ocurre, especialmente, con los edificios más modernos y más grandes, que varían de forma importante la estética de la línea del horizonte ofrecida por una ciudad.
La nueva polémica ha estallado en Rusia, un país que, en línea con su crecimiento económico, está proyectando una infinidad de nuevos desarrollos arquitectónicos, a causa de su necesidad de espacios de oficinas, comerciales y hoteleros mucho más modernos que aquellos de los que dispone en la actualidad. En el caso que nos ocupa, una de las empresas de materias primas energéticas más importantes del mundo, Gazprom, ha anunciado la resolución del concurso abierto para elegir el diseño de su próxima sede central, en la ciudad rusa de San Petersburgo. Finalmente, será el estudio de arquitectura británico RMJM London el encargado de llevar a cabo el proyecto. Los arquitectos han elegido un diseño en forma de cono puntiagudo y virado, con una altura de casi 400 metros (1.299 pies en su diseño original, unos 395 metros). El caso es que el edificio estará rodeado por un entorno en el que las casas están limitadas por una ordenanza municipal, a una altura máxima de algo más de 47 metros (157 pies).
El diseño de la nueva torre de Gazprom, fue elegido entre un total de seis firmados por algunos de los más prestigiosos estudios del mundo. No en vano, el gigante ruso cuenta con el 15% de las reservas de gas del planeta, así como con una importante cantidad de petróleo. Por ello, se podía permitir encargar el proyecto a estudios de arquitectos como Jean Nouvel, Jacques Herzog y Piere de Meuron; Massimiliano Fuksas, Rem Koolhas y Daniel Libeskind. Todos estos diseños fueron descartados en favor del londinense RMJM, que tanta oposición ha causado entre un grupo de ciudadanos.
El río Neva, en cuyas orillas se situará la nueva sede de la multinacional, ha visto como grupos de protestantes navegaban por sus aguas con trajes de payaso y de pacientes de un antiguo sanatorio mental, luciendo una pancarta con la inscripción "Ciudad de Lunáticos". Los grupos ciudadanos se quejan del enorme impacto que las nuevas instalaciones tendrán sobre esa zona, así como sobre la propia estética de la ciudad. En contra del que podría ser nuevo icono arquitectónico de la urbe, se sitúan instituciones y cargos tan prestigiosos como la Unión de Arquitectos de San Petersburgo o el director del Museo Hermitage, además de otros grupos que defienden la preservación del patrimonio y de la vieja ciudad en su actual configuración. Incluso uno de los miembros del jurado establecido para elegir el diseño de la sede, Kisho Kurokawa, se ha mostrado contrario al proyecto. El arquitecto japonés leyó un comunicado mostrándose a favor de una San Petersburgo que preservara un crecimiento horizontal, con limitación de alturas, idea por la cual se oponía a todos los proyectos presentados y por la que dimitió de su puesto en el jurado. En el bando opuesto, defienden la mole arquitectónica, la propia gobernadora de San Petersburgo, aliada cercana del presidente Putin, la multinacional (Gazprom) y el estudio de arquitectura, cuyos representantes afirman que considerar una obra arquitectónica sólo por su altura es "vulgar".