Es una torre de 18 pisos y un inmueble anexo coronado por una vistosa cúpula
Roberto Pastrana | Lunes 20 de octubre de 2014
28/11/2007.- El arquitecto Richard Meier diseñó para la sede municipal de San José, en el estado estadounidense de California, un gran edificio que revisa los principios estéticos de la obra de Le Corbusier.
La electrónica revolucionó el valle californiano de Santa Clara, en los años 50. El establecimiento de compañías y laboratorios transformó una zona agrícola en un área puntera de investigación. La proliferación económica fue tal que el periodista Don Hoefler bautizó la zona, allá por 1971, como Silicon Valley, el Valle del Silicio. Uno de los municipios que más deben a este despegue tecnológico fue el pueblo de San José, que propulsó su población por encima del millón de habitantes.
Este crecimiento demandaba estructuras acordes con la importancia de la ciudad, décima en Estados Unidos por población. Una de las demadnas sociales era un nuevo ayuntamiento que agrupase en un solo punto las dependencias municipales desperdigadas por todo el municipio. Y ahí estaba Richard Meier para solventar este apartado. El creador del World Trade Center de Nueva York diseñó un complejo compuesto por una torre de 18 pisos y un edificio coronado por una vistosa cúpula.
Fiel a la herencia de Le Corbusier, de la que tanto se enorgullece, el arquitecto norteamericano dotó al nuevo ayuntamiento de un aire claramente racionalista. Las oficinas ubicadas en la torre están expuestas al ubicuo sol californiano gracias al uso intensivo de cristal en las fachadas. Además, la delgadez del edificio (tiene sólo una anchura de 21 metros), hace que los rayos solares penetren en todos los espacios, apenas amortiguados por marqusinas y una red metálica.
Pese a su envergadura, el gigante de hormmigón, metal y vidrio se ve eclipsado por un pequeño anexo de carácter acusado. Se trata de un edificio, de 33 metros de altura, que da cabida a las estancias "nobles", en las que se celebran las juntas del equipo de Gobierno. La importancia de este papel se refleja en el elemento más destacable de todo el conjunto: una cúpula acristalada de 30 metros de diámetro. Paradójicamente, este elemento no figuraba en el plan inicial de Meier, sino que es un añadido a propuesta de las autoridades locales, que quisieron con ello querían enfatizar el papel de sitio de encuentro de la población. La cúpula, de 88 toneladas de peso, está revestida con más de 1.000 paneles de cristal de 19 milímetros de espesor, cubiertos por una malla metálica que impide la exposición directa a la luz del sol. En conjunto, la obra sugiere transparencia, como una muda invitación a la transparencia política., que se forja en los despachos.
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