Que Madrid funcione

El nuevo Ayuntamiento madrileño ha tomado posesión, con Alberto Ruiz Gallardón a la cabeza. Atrás quedan meses y meses de obras que parecían interminables pero que, a falta de unos flecos, han llegado a su fin. Antes de que a nuestro alcalde le pasen por la cabeza nuevos proyectos, de que haga caso al presidente de las Cortes y peatonalice la Carrera de San Jerónimo, con consecuencias difíciles de evaluar para el tráfico y los automovilistas, creemos que sería necesario un esfuerzo municipal para que las nuevas vías de transporte, funcionen bien.
Han bastado unas fuertes lluvias para que el túnel de la M-30 haga aguas, y se produzcan interrupciones en el servicio. El nuevo tren ligero de Sanchinarro y Las Tablas hasta el Pinar de Chamartín funciona, pero no a satisfacción de los ususarios, que consideran que la frecuencia de trenes es insuficiente, y que el tiempo necesario para llegar al Pinar de Chamartín, y desde allí a su lugar de trabajo no ha mejorado demasiado. El problema no es sólo que haya nuevos trayectos de Metro entre la periferia y la capital; el problema es que las nuevas líneas están fallando en demasiadas ocasiones. En la detección y arreglo de baches en avenidas y calles la situación es perfectamente mejorable; como lo es la atención a los ancianos e impedidos, la puesta en marcha de guarderías públicas a precios asequibles para las familias trabajadoras, la seguridad ciudadana en los barrios, la atención a las quejas de los usuarios, y otros aspectos que harían interminable esta lista.
El éxito en la gestión de una ciudad como Madrid, más grande y poblada de lo que quisieran muchos, no consiste sólo en hacer nuevas obras y ofrecer nuevos servicios, sino también en la eficacia en el funcionamiento de esos servicios y obras. Claro que la colaboración ciudadana es necesaria, y, en ocasiones, el comportamiento cívico de algunos deja mucho que desear, como ocurrió en Cibeles cuando los madridistas celebraban el triunfo liguero de su equipo. El despliegue policial impidió que un grupo minoritario, cometiera actos vandálicos que, afortunadamente, no enturbiaron demasiado una celebración esperada durante cuatro largos años.