como la vida misma/Arturo Ruibal
Listas de espera
No se trata de eliminar la espera sino de gestionarla mejor haciendo seguimiento
La campaña electoral ha comenzado, y con ella vienen las auténticas rebajas: todo puede ser ofertado porque, en definitiva, prometer es gratis. Entre las maravillas que disfrutaremos una de las más cotizadas es la que se conoce como "listas de espera": cual subasta en una lonja, la cifra que deberemos aguardar para ser atendidos por un médico o cirujano baja y baja durante la campaña electoral hasta límites insospechados; eso sí, una vez pasado el día de los comicios, vuelve a su dimensión habitual.
Listas de espera: trescientas mil personas aguardan hoy en España una intervención quirúrgica, dieciocho mil de ellas desde hace más de seis meses; un millón y medio esperan su primera cita con el especialista. Esperanza Aguirre nos promete atención médica con sólo un mes de espera, cifra que con seguridad será rebajada por Simancas. Ninguno habla de otros aspectos como la calidad, ni de que España dedica a Sanidad un porcentaje de su PIB inferior a la media europea.
Pero ¿es posible suprimirlas o, al menos, reducirlas apreciablemente? Es magnífico que el estado del bienestar nos ofrezca un sistema sanitario universal y gratuito, pero es inevitable que en una misma lista haya casos graves y otros que no lo son, lo que perjudica notablemente a los primeros; más aún, junto a los realmente enfermos habrá otros con dolencias imaginarias. Todos deben ser atendidos, desde luego, pero a costa de retrasar la atención a quienes la necesitan más. No se trata de eliminar la espera, tarea imposible, sino de gestionarla mejor, de hacer un seguimiento de los enfermos que aguardan para ver quiénes han empeorado y adelantar su turno.